La Cámara de Senadores aprobó por 64 votos a favor y 3 en contra el proyecto de ley de etiquetado con el que se busca actualizar la normativa de información nutricional para los productos comestibles, de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y Unicef para combatir la epidemia de Enfermedades Crónica No Transmisibles. La norma ordena colocar sellos octogonales en los productos procesados y ultraprocesados que contengan excesos de azúcar, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías.
El proyecto aprobado luego de un debate de tres horas y girado a la Cámara de Diputados sostiene como objetivo “garantizar el derecho a la salud y a una alimentación adecuada a través de la promoción de una alimentación saludable, brindando información nutricional simple y comprensible” tanto de los alimentos envasados como de bebidas analcohólicas.
Horas antes de que se inicie el debate en la Cámara alta, las empresas de bebidas azucaradas, en particular Coca-Cola, intentaron presionar a los legisladores para modificar el artículo 6 de la norma, que fija los valores máximos de nutrientes críticos de acuerdo al perfil de nutrientes propuesto por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo que redundará en sellos de advertencias para la gran mayoría de esos productos.
Las normas de etiquetado frontal avanzaron en toda la región por recomendación de los organismos de salud internacional con el objetivo de enfrentar los niveles críticos de obesidad y las enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. Ocho de cada diez personas mueren por alguna ENT en América Latina. Chile, Colombia, Uruguay y México son los países donde la norma ya fue sancionada.
Como aprendizaje de la aplicación de aquellas normas, la norma local busca ajustarse a los parámetros de la OPS, a diferencia del caso chileno que generó un perfil propio de nutrientes, lo que favoreció a algunas industrias de ultraprocesados, e incorpora otras dos leyendas precautorias por debajo de los sellos de advertencia en el caso de que los productos tengan edulcorantes o cafeína, por lo que deberá decir “no recomendable en niños/as”.
De acuerdo a la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada en 2018, el exceso de peso es el problema más grave de malnutrición en Argentina con una prevalencia de 13,6% en menores de 5 años, y de 41,1% en el grupo de 5 a 17 años. Mientras que, según mediciones de Unicef, el 91,4% de los kioscos escolares en la Argentina ofrecen productos de bajo valor nutritivo.
En ese sentido, la norma que alcanzó media sanción por amplía mayoría contempla que aquellos productos que tengan, al menos, un sello tendrán prohibida toda forma de publicidad dirigida a niños, niñas y adolescentes. Como también la posibilidad de incluir en sus envases personajes infantiles, deportistas, mascotas o promesas de entrega de obsequios. Mientras que esos productos tampoco podrán ser promocionados en los establecimientos educativos.
Etiquetado claro ya, una demanda social
Una de las autoras del proyecto, la mendocina Anabel Fernández Sagasti, se mostró “convencida de que mejorar la calidad de información de los alimentos que consumimos es una demanda social” y aseguró que “quienes no vean esto están negando una realidad que existe en la Argentina”. Tres senadoras fueron las que se opusieron al proyecto, se trató de las tucumanas Silvia Elías de Pérez (Juntos por el Cambio) y Beatriz Mirkin (Frente de Todos) y la riojana Clara Vega (Interbloque Parlamentario Federal).
Tanto Elías de Pérez como Mirkin habían adelantado su oposición la semana pasada, cuando se alcanzó el dictamen en comisiones, esbozando una defensa cruzada de la industria azucarera, a la que sostienen que la norma perjudicará y redundará en pérdidas de puestos de trabajo. Sin contemplar que la norma no prohíbe la comercialización, que el azúcar ya tiene otros productos procesados que compiten en la industria alimenticia y serán afectados por igual ni que el impulso por una alimentación saludable puede potenciar la producción regional de alimentos frescos.
"Esta ley ataca al azúcar", exageró Elías de Pérez en su discurso y repitió que el etiquetado "demoniza" el alimento. La palabra "demonización" para atacar la Ley de Etiquetado es un latiguillo de las cámaras industriales que cruzó todo el debate regional sobre la normativa y en la Argentina fue replicada por la Coordinadora de la Industria de Productos Alimenticios (COPAL).
La senadora Vega expresó argumentos menos elaboradas para plantas la bandera de la voz de las industrias en el debate: "Esta ley de etiquetado tiene muchas virtudes y muchas bondades pero la considero inoportuna ¿Cómo nos vamos a dar el lujo de hablar de exceso de grasa o calorías en el día a día que sufre el argentino para llevar adelante la alimentación de su familia?", sorprendió.
"Esta ley no es contra nadie. Es a favor de todos los argentinos que tenemos el derecho de saber qué comemos y qué queremos que coman nuestros hijos", afirmó la oficialista Sagasti y apuntó contra sus pares: "Paren de repetir mentiras de lobistas que no dan la cara y llaman a los legisladores para que digan mentiras".
Los 64 votos a favor del proyecto reflejaron un respaldo transversal a la ley de etiquetado, que se reflejó en el discurso del radical mendocino Julio Cobos, otro de los autores del proyecto. "Hay un crecimiento del 75 por ciento de factores de riesgo, principalmente de obesidad y sobrepeso", advirtió el senador y agregó que "más de 27 millones de argentinos tienen exceso de peso".
"Debemos atacar este problema. Y eso se hace a través de la prevención que es, en definitiva, el objetivo de este proyecto", indicó Cobos y valoró que el sistema de etiquetado frontal "es claro, advierte al consumidor y va en beneficio del consumidor" y aclaró que "no se está demonizando ningún producto ni prohibiendo nada".