Por Ada Augello (*)
Desde El Bolsón
Un operativo de la brigada del COER (Cuerpos de Operaciones Especiales y Rescate) de la Policía de Río Negro mantiene cercado el paraje Cuesta del Ternero desde el 26 de septiembre y dentro de él a integrantes de la Comunidad Lof Quemquemtreu, que atraviesan un proceso de recuperación de tierras. Sólo entran y salen los pobladores del lugar, previo fichaje por parte de las fuerzas. A pesar del fuerte operativo, dos personas de civil, con el argumento de haberse perdido mientras cazaban, llegaron a estar cara cara con dos comuneros de la lof. Elías Garay fue asesinado de un tiro en la cabeza a menos de un metro de distancia. Otro comunero, Gonzalo Cabrera, recibió dos balazos en la panza y permanece internado en el hospital de El Bolsón. El ataque sucedió cordón policial adentro, sin registros de ingreso. Como indica el nombre de la Lof Quemquemtreu, “el sonar del río sobre las piedras”, ruge nuevamente por sangre derramada en una recuperación territorial.
A fines de octubre, el paraje de Cuesta del Ternero ya estaba rodeado por cordón policial del COER. Territorio adentro, dos personas de la Lof Quemquemtreu sonrían debajo de un pasamontañas, los ojos se les arrugaban. El suelo que pisaban era territorio recuperado. El aire que se respiraba, el viento que azotaba y las pocas gotas de nubes pasajeras invitaban a pasar. Un kona (guerrero) de la comunidad relataba: “Una nueva recuperación es que también se vuelvan a reivindicar los territorios. Llevar conciencia a nuestra gente, volver a reivindicar los territorios, volver a recuperar. Es una unión del pueblo lo que se está dando, una nación que se está despertando.”
La arena, la ceniza y la tierra se acumulaban en los párpados de ambos y el relato continuaba: “Hoy en día se está volviendo a reconstruir lo antiguo, se está volviendo a lo que hacían nuestros abuelos”. Las palabras son de los dos comuneros de la lof, entre ellos, Elías, que ayer fue asesinado. “Sabemos lo que puede llegar a pasar, lo que nos pueda suceder. Lo que nosotros estamos haciendo está bien, y nuestra gente nos da el apoyo para que nosotros sigamos adelante”, reivindicaba Garay.
Ayer, mientras fuera del Hospital de Área El Bolsón se concentraba gente en apoyo a Gonzalo Cabrera, la ruta 40 era cortada en intersección con la avenida principal de la ciudad. En simultáneo, se celebraba el Día de la Tradición. Los que celebraban la fecha tradicional se desplazaron hasta el corte de ruta donde se pedía por Elías y Gonzalo y lo desarmaron con agresiones: caballos, palos y facones en mano y mucha violencia. Tras dispersar el corte, al grito de “viva la patria”, se dirigieron hacia el hospital y arremetieron contra quienes allí se encontraban. La Policía, otra vez, sólo miró.
Un escenario de persecución al Pueblo Mapuche
Por estos días de noviembre pero del año 2017, la Prefectura fusiló a Rafael Nahuel, en otro territorio recuperado en Patagonia. El suceso continúa sin esclarecimiento. El cuerpo de Rafael se mantuvo en el territorio, sin vida, hasta que el Estado resolvió hacerse cargo. No sin imputar a otros mapuche en el fusilamiento sólo por haber bajado el cuerpo del monte de la Lof Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, Bariloche. La memoria de quienes sostienen la lucha en los territorios se estruja.
En Cuesta del Ternero, desde mediados de septiembre, se realiza una recuperación territorial mapuche sobre tierras fiscales rionegrinas. En la provincia gobierna Juntos Somos Rio Negro, el partido que representado por la propia gobernadora Arabela Carreras organizó el Foro Consenso Bariloche, donde diferentes actores políticos y empresariales reconocieron los conflictos territoriales. Luego de ello, las políticas provinciales ajustaron tuercas en nombre de la propiedad privada. En “Consenso Bariloche” figuran nombres ligados al emir de Qatar, a Joe Lewis y otros grandes terratenientes en la Patagonia, que evalúan presentar la inconstitucionalidad de la prórroga a la Ley 26.160 de relevamiento a pueblos indígenas. El escenario es por demás complejo.
En la causa por usurpación en la que se imputa a integrantes de la Lof Quemquemtreu interviene la fiscal Betiana Cendón, conocida por su accionar contra la Lof Lafken Winkul Mapu, donde fusilaron a Rafael Nahuel. La fiscal es mencionada como “antimapuche”, al igual que el juez Ricardo Calcagno, quien rechazó en más de una oportunidad las solicitudes de acceso de alimentos y abrigo a la Lof Quemquemtreu. El retén policial que impide la libre circulación por la Cuesta del Ternero se mantiene bajo orden del juez Calcagno. ¿Dónde estaba mirando la Policía de Río Negro cuando ingresaron dos “cazadores” con armas calibre 22?
Las voces de la Lof Quemquemtreu: reivindicar la identidad y resistir el hostigamiento
En aquella recorrida por la Lof Quemquemtreu, aquellos peñi —“hermano” en mapudungun— reflexionaban sobre el rol del Estado en conflicto por el territorio: “Ellos piensan que es una comunidad y es solamente esa comunidad. Ellos tienen que entender que en realidad no somos una comunidad, somos una nación. Una nación que se está levantando, es la consciencia de nuestro pueblo”. Y completaban: “A nosotros, como jóvenes, nos tocó acompañar las recuperaciones; las autoridades que se están levantando. Hemos tomado esa consciencia de seguir adelante, de seguir apoyando y estando donde uno tiene que estar.”
Frente a tanto titular que busca demonizar y continúa con la construcción de un enemigo interno, desde dentro del territorio cuentan del miedo, la persecución y represión a sus identidades. “Las capuchas son por resguardo físico, resguardo de las personas que viven en las comunidades. Es por el hostigamiento, porque si te ven la cara descubierta, te arman una causa. Saben quién sos y te arman una causa. Salimos al pueblo y te andan siguiendo. Ven cómo te moves. Es algo que nos está sucediendo hace muchos años. Hace muchos años que viene sucediendo esto con nuestra gente.”
Asimismo contaban la fuerza y determinación de quienes reivindican territorios: “Sabemos lo que puede llegar a pasar, lo que nos pueda suceder. No nos importa mucho, tenemos la conciencia limpia. Lo que nosotros estamos haciendo está bien, y nuestra gente nos da el apoyo ese para que nosotros sigamos adelante.”
Otro de ellos arrima algunas ramas para mantener el fuego encendido. En el puesto de guardia de la comunidad interrumpe el paso un patrullero que recorre el camino sitiado. El peñi calienta agua en un cacharro tiznado para aclarar las gargantas y regresar la atención a la palabra. El viento refusila de a ratos. El relato continúa, en la memoria, el pasado lejano y el pasado reciente de la represión del 24 y 25 de septiembre.
“Desde ese día no hemos podido ver a nuestra gente, se hace muy difícil sobrellevar esto dentro del territorio. Nuestra gente no puede subir, no puede estar dándonos el newen (fuerza en mapudungun) desde su parte. Tenemos que vivir escondidos en el monte. Tenemos que seguir resguardándonos. Hay noches que no podemos ni dormir. Estamos a la expectativa de lo que está pasando allá afuera. Tenemos que estar continuamente recorriendo el territorio, viendo que no haya ningún movimiento raro. Hay que responder”, lamentaban.
El territorio montañoso es inmenso, lo serpentea un río naciente del cañadón frío. El bosque que lo abraza, por zonas es más tupido, por otras achaparrado. Por allí pasó el fuego, los incendios en la Cuesta del Ternero del último verano. Se respira ceniza en el aire claro. Bajo el sol que amanece temprano una comunidad reconstruye un modo de vida milenario, persiguen un sueño político.
“Estamos conscientes de que no vamos a salir. No vamos a salir pacíficamente. Si nos vienen a hostigar, vamos a resistir, tenemos la resistencia. Esa resistencia nos la dejaron nuestros antiguos, nuestros abuelos, nuestra gente mayor. Se tiene que entender eso hacia afuera. Acá adentro estamos en una resistencia. No es de hace un mes, es de hace muchísimos años”, reflexionaban los comuneros.
En el camino un caballo blanco acompañado por un novillo nos dio la bienvenida. La corteza de los árboles está alrededor levemente marcada por el fuego. Cuesta abajo una oveja alimenta a su cordero de tan sólo algunos días a la sombra de un frondoso radal.
“Los territorios se van a seguir recuperando, nuestra gente va a seguir con la consciencia de recuperar lo que nos pertenece, lo que nos robaron. Nosotros no somos usurpadores, los usurpadores son los wingka (blancos colonos), el Estado es un usurpador de nuestras tierras. Estamos recuperando lo que nos robaron, lo que le robaron a nuestros abuelos, ancestros. Y vamos a seguir adelante. Nuestra gente se va a seguir despertando, va a volver a su lugar. Nunca nos tendríamos que haber ido. Recuperamos el lugar con todas sus cosas que tiene, pero antes de nosotros hay vida acá adentro. Entonces nosotros somos los que nos amoldamos a eso. Nosotros lo vemos al revés, no lo vemos como lo diría el wingka”, describían la cosmovisión que los llevó a permanecer dentro del territorio recuperado.
El sueño político que se palpa es por el que Elías Garay puso su cuerpo sobre territorio ancestral. En sus palabras se percibía la convicción sobre este otro modo de vida que en el territorio, cuesta arriba, se deja ver.
(*) integrante del colectivo FM Alas y colaboradora de Revista Barriletes.