Mientras el fuego avanza entre las provincias de Río Negro y Chubut, productores de la región advierten la necesidad de la ayuda del Estado para recuperar las pérdidas ocasionadas por las llamas. La principal zona afectada es la localidad rionegrina Cuesta del Ternero, donde viven cientos de familias campesinas y de comunidades mapuches. Por el avance del fuego murieron animales, se vio dañada la flora del lugar, se produjeron pérdidas materiales y se vio afectado el servicio de agua y de energía eléctrico. El gobierno apunta a una fogata mal apagada luego de un asado en la zona.
Élida Palma es hija de los productores Julia Eva y Juan Carlos Palma. Su padre cría animales en Cuesta del Ternero, a 14 kilómetros de El Bolsón. Su madre trabaja en la zona del Cerro Paleta, a 22 kilómetros de esa ciudad. En diálogo con Tierra Viva, Élida denuncia que, hasta el momento, “no se ha recibido ninguna ayuda desde el Municipio ni nada”. “Pedimos colaboración porque la situación es muy desesperante”, dice la mujer.
“Es mucha la bronca e impotencia porque son muchas familias de la zona que están en esa situación”, dice la pobladora. Estima que son más de cien las familias productoras afectadas.
La entrevistada advierte que “no recibieron asistencia de los Bomberos durante la noche del domingo, cuando comenzó el incendio». La mujer reclama: «Vendría bien un subsidio para alambres, como para levantar un galpón donde guardar forrajes o para comprar forrajes, porque los animales ahora no tienen para comer».
Palma grafica la situación generada por el fuego: “En Cuesta del Ternero, el campo donde vive mi papá se quemó de punta a punta: no le quedó nada. Solo quedó el puestito donde vive, que no parece una casa sino un galpón, tiene piso de tierra. El resto está todo quemado”.
“Hay animales que no aparecen, y que seguramente si aparecen van a estar calcinados como las vacas de mi viejo”, lamenta Élida. En las cercanías del Cerro Paleta su madre “tuvo que mantener los animales encerrados por miedo a que el fuego llegara y se le quemaran también». «Los bichos trataban de salir de los corrales para alimentarse porque no tienen alimento”, cuenta.
En esta época, por la venta de lanas, quienes como Julia crían ovejas y chivas en la Patagonia, comienzan a comprar el forraje para el invierno. En verano, el ganado es llevado a los campos para el pastoreo: son los terrenos que hoy están calcinados. El incendio agudizó una situación que ya era compleja por la sequía: “El pasto estaba reseco y los animales no lo comen”, explica Élida.