La Federación de Cooperativas Federadas (Fecofe) es una cooperativa de cooperativas. La organización representa a cooperativas agrícola-ganaderas y otras productoras de alimentos elaborados, con las que reúnen 49 empresas en diez provincias: Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, Salta, Chubut, La Rioja, Entre Ríos, Misiones, Mendoza. "Esta es una de las sequías más grandes de la historia, es una catástrofe productiva porque afecta a todas las producciones y a todos los productores", alerta sobre el duro momento que atraviesa el sector y denuncia: "Las medidas que anunció el Gobierno todavía no llegaron a los productores".
Entre las tareas que realizan, buscan financiar capital de trabajo e inversión productiva, para la comercialización, el equipamiento, la infraestructura y los proyectos de valor agregado. Además acercan comercialmente a las cooperativas productoras de alimentos a través de canales de comercio justo, minimizando la intermediación, uno de los factores que aumenta el precio de los alimentos. Reivindican, en este sentido, el acceso a una alimentación sana y a precios justos.
Fecofe se fundó en 2006 en el marco de un Congreso de la Federación Agraria Argentina. Su actual presidente, Juan Manuel Rossi, fue también titular de esa entidad. Rossi es productor agropecuario de Jovita, en el sur de Córdoba, y hace tiempo remarca la necesidad de visibilizar al campo que produce alimentos. En el actual contexto de la sequía y frente a un nuevo año electoral, analiza las políticas agrarias y para el cooperativismo de este Gobierno.
—¿De qué manera está afectando la sequía, específicamente a pequeños y medianos productores?
—Esta es una de las sequías más grandes de la historia, es una catástrofe productiva porque afecta a todas las producciones y a todos los productores. En el caso de los pequeños y medianos, les afecta más directamente porque los saca del sistema productivo. No hay una política para atender esta situación. Por un lado, hay algunas medidas aisladas y, por otro, es muy difícil acceder al financiamiento. Por eso es que una pérdida en la producción, prácticamente, deja a muchos productores fuera del sistema. Por ejemplo, tambos que cierran o agricultores que pierden la cosecha y no tienen recursos para volver a trabajar.
—¿Qué valoración hace de las medidas que tomó el Gobierno en relación a esta situación?
—Algunas de esas medidas nosotros las pedimos. Están las que tienen que ver con la Ley de Emergencia, como las exenciones impositivas y la prórroga en el pago de impuestos. Y también otras como líneas de financiamiento o la creación de fondos rotatorios a través de las cooperativas para financiar a los pequeños y medianos productores. Las medidas anunciadas son importantes, pero necesitamos que se apliquen con mayor rapidez. Lo que se anunció todavía no llegó a los productores, no se han ejecutado. Necesitamos que tengan, en el caso del financiamiento, mayor celeridad porque es urgente la necesidad.
—¿Considera que actuó a tiempo el Gobierno en este punto?
—Actuó a tiempo, pero se está demorando la ejecución de los anuncios.
—En una entrevista con el medio cordobés Marca Informativa, usted comenta que la sequía es consecuencia del cambio climático, pero ¿cuáles son las razones de este cambio climático?
—Esto tiene que ver con el modelo productivo y ocurre en todo el mundo. Nosotros, en Argentina, tenemos nuestra cuota en ese cambio climático. Hay una deforestación muy importante, se tiende al monocultivo y al modelo productivo basado en el mercado y no una planificación por parte del Estado con participación de los productores. La irracionalidad logística que tiene Argentina también ayuda a la contaminación: se recorren muchos kilómetros vía camión, utilizando combustibles fósiles.
—¿Qué se puede hacer desde el campo para revertir esta situación?
—Nuestro granito de arena es modificar el sistema productivo. Proponemos ir a un sistema mixto, tendiendo a la agroecología, donde se promueva una producción más amigable con el ambiente y acorde a parámetros de alimentos sanos. Al decir “sistema mixto” me refiero a que en un ambiente y en un territorio se planifique y haya diversas producciones, al contrario de lo que propone el modelo sojero. Se tiene que apuntar a sostener al productor en el territorio y a impulsar el consumo de cercanía. Hace falta planificar nuevos sistemas productivos y de consumo. Eso es lo que proponemos desde la Mesa Agroalimentaria y desde Fecofe.
—También en una entrevista con la Agencia Télam, menciona que hoy en Argentina se reconoce que hay “dos campos”. ¿Por qué le parece que actualmente ocurre eso?
—Porque hasta ahora se reconoció uno solo: el representado por la Mesa de Enlace. El de los productores más grandes, el del sistema financiero puesto a producir, el sistema que no tiene en cuenta a las personas sino solo a los números y a los volúmenes de producción para la exportación en su mayoría. Lo que propone la Mesa Agroalimentaria es justamente el otro modelo, el que está centrado en la persona, en la ocupación del territorio, en la producción de alimentos sanos. Y que el Gobierno haya convocado al diálogo, en un momento de emergencia agropecuaria por sequía, a la Mesa Agroalimentaria significa que reconoce y tuvo en cuenta a este sector. Al campo que estaba más oculto, que se venía organizando y claramente necesitaba tener una voz y que necesitaba ser puesto en la mesa de discusión política para ser tenido en cuenta a la hora de las política pública.
—En estos años de gobierno del Frente de Todos, ¿qué evaluación hace en materia de políticas agropecuarias?
—En materia de políticas agropecuarias hubo algunos avances, un mayor diálogo y un acercamiento. Pero falta una planificación integral de la política agropecuaria en Argentina, que atienda el modelo productivo, el financiamiento, las diferencias impositivas entre los más chicos y los más grandes para que haya una segmentación de los impuestos. Falta un Estado más presente, con instrumentos, con nuevas instituciones, que ordene el sistema productivo de nuestro país, que es tan diverso y tan grande como nuestro territorio. Ahí hay una deuda y falta mucho por hacer.
—Recientemente se creó el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. ¿Considera que ese es el tipo de instrumento necesario o a qué tipo de instituciones se refiere?
—La verdad es que ese tipo de instrumentos o nuevas secretarías o subsecretarías no le cambian la vida al productor ni cambian la matriz productiva de la Argentina. Son cambios de orden administrativo que no modifican la realidad. Es lo que ha pasado en el país en los últimos tiempos. Me parece que hay que, por ejemplo, tener un instituto que regule la tierra en Argentina, la compra y la venta, los arrendamientos. También necesitamos un organismo que planifique la producción. Tenemos problemas con los precios, hay momentos en que hay sobreoferta y otros donde faltan productos, se importan alimentos en un país productor. Estas cuestiones se deben a la falta de producción. Eso se puede hacer de una manera bastante sencilla, pero con un Estado presente.
—¿El modelo que propone es el de organismos estatales que perduren en el tiempo para desarrollar la política agropecuaria?
—Por ejemplo, tenemos al Senasa que ordena la parte sanitaria. Todos sabemos que el Senasa hace eso. A lo mejor hay que pensar modelos de ese estilo. Con el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna argentina se promocionó la carne en el mundo. Esa fue una política concreta que sirvió en su momento para esa promoción. Ahora necesitamos que eso esté acompañado por una planificación de la producción. ¿Se va exportar toda la carne? ¿Vamos a garantizar el plato de los argentinos y luego vamos a generar saldos exportables? Hacen falta instituciones que definitivamente eviten la concentración económica. Hoy hay tres, cuatro, cinco grandes empresas en cada uno de los rubros: en la leche o en la carne son muy pocas las empresas que concentran la mayor producción y comercialización. Esa es la raíz del problema inflacionario. Con un Estado ausente, la concentración va a continuar y el problema se va a seguir profundizando.
—¿Desde qué tiempo detecta o en qué momento podría situar esta falta de una política integral?
—Esto no siempre fue así. Cuando se sancionó la Ley de Arrendamiento en 1948 se incorporaron ochenta mil nuevos productores. Había grandes extensiones de tierra que el Estado obligó al dueño a vender, se parcelaron y se hicieron colonias. Pero desde la década de 1960 para acá hubo muy pocas políticas para el arraigo. Y en la década de 1990 se desguazaron todas las políticas agropecuarias. Se desarmó la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos, que eran instrumentos que se criticaban por su ineficiencia, pero se podrían haber mejorado para sostenerlos. Se les dio toda la potestad a las empresas privadas y fundamentalmente a las multinacionales. Desde esa época, en Argentina hay una política agraria de concentración y de extranjerización de los medios de producción: la tierra, la semilla, los insumos.
—¿Qué opinión tiene sobre las políticas de este Gobierno respecto al cooperativismo?
—Al cooperativismo se le ha dado una importancia natural dentro de este Gobierno porque tiene que ver con su idiosincrasia e ideología. Además el cooperativismo tiene en este momento madurez, dirigentes importantes y una presencia muy fuerte en distintos rubros de la economía. En cuanto a la dirigencia, Argentina tiene la presidencia de la Alianza Cooperativa Internacional y eso nos posiciona bien en el mundo. Hay cooperativas muy importantes en el país, pero hay mucho por hacer. El cooperativismo tiene que darse cuenta de que unido podría ser un actor que ayude a modificar la matriz económica del país por su presencia en los sectores de seguros, de servicios, agropecuarios, de vivienda y de trabajo.
—¿Qué cambio significaría en la economía un mayor protagonismo del cooperativismo?
—Puede aportar a una economía más solidaria, más integral, con un mayor esquema distributivo. Para eso el cooperativismo tiene que pasar a ser un actor de incidencia política, que la política importante del país sea discutida en términos cooperativos y no solamente en términos de grandes empresas, sobre todo multinacionales. Tenemos una economía muy extranjerizada y el cooperativismo tiene mucho para opinar en ese sentido. Es un sector que está muy fuerte pero hay mucho trabajo por hacer.
—¿Cree que, en este año electoral, queda margen político para impulsar medidas para la agenda campesino-indígena y del cooperativismo?
—Hay muchas cosas que no se hicieron en estos cuatro años. La Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar, por más promesas y anuncios —entre ellos del presidente de la Nación—, sigue guardada en un cajón. Es parte de la decisión política. Tiempo siempre hay, lo que no hay en esta línea es mucha decisión política.
—¿Qué le diría a la ciudadanía que aún no cree necesaria las políticas de acceso a la tierra y de soberanía alimentaria?
—Que con esas políticas nuestro país sería distinto. Somos uno de los países con la peor distribución demográfica del mundo. Solamente el 7 por ciento de la población es rural, con todos los problemas que esto conlleva. Necesitamos ocupar más el territorio. Necesitamos tener un país más federal, no desde el discurso sino desde los hechos. Y las propuestas que nosotros impulsamos tienen que ver con eso, con un país que sea mejor ocupado, con mayor soberanía —es decir que la administración de los recursos naturales esté en manos de nuestro país— y con un desarrollo y una generación de trabajo distinta a la que tenemos hoy. Tendríamos un país más justo, más basado en la producción y menos en la timba financiera.
—Si tuviera que escribir el eje de política territorial, productiva y alimentaria para un programa electoral, ¿cuáles tres leyes o programas no podrían faltar en un próximo gobierno?
—El uso y la tenencia de la tierra, los alimentos sanos y a un precio justo en la mesa de todos los argentinos y la modificación de la Ley de Actividades Financieras para tener un financiamiento acorde al sistema productivo y no a la timba financiera.
—De las candidaturas que asoman en este año, ¿a quién, siguiendo en esta línea que estamos conversando, ¿hay alguno que apoyaría en particular?
—Asoman los candidatos, pero no está muy claro. Apoyaría a los candidatos que se expresen en favor del cooperativismo, de los pequeños y medianos productores y de la agricultura familiar.
—Este Gobierno vino después de otro que generó endeudamiento y una situación económica compleja. ¿Le parece que estuvo a la altura de las expectativas que generó durante las elecciones?
—No, porque hay muchas cosas que no se hicieron sobre los temas que estuvimos hablando. Si bien estuvo condicionado por la deuda externa y las condiciones que impone el Fondo Monetario Internacional, no se plantó como podría haberlo hecho en un esquema de negociación de una deuda impagable e ilegítima. El acuerdo con el FMI condiciona la vida de todos. Y además de eso, fue un gobierno con poca acción.