Por Eduardo Duschatzky
Organizaciones campesinas ratificaron hoy su rechazo al lock out de 72 horas impulsado por la Mesa de Enlace de las patronales rurales, propiciaron una regulación estatal de la exportación de maíz que asegure el abastecimiento interno a precios desacoplados de los internacionales y reclamaron al gobierno ser parte del diálogo.
“Este lock out, que repudiamos, tiene raíz ideológica y se inscribe en las acciones extorsivas que pretenden marcarle la cancha al Estado cada vez que un gobierno intenta regular, como en este caso las exportaciones de maíz, en función de los intereses de todos los argentinos”, dijo Diego Montón, del Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra (MNCI-ST) a la agencia Tierra Viva.
Eleonora Pedot (del MNCI-La Vía Campesina y la UTEP) también consideró “extorsivo” el cese de comercialización dispuesto por la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas y la Federación Agraria Argentina, tres entidades de la Mesa de Enlace integrada asimismo por Coninagro, que no adhirió a esa medida de fuerza.
Maíz: apoyo a la suspensión de las exportaciones
“Vimos bien la suspensión transitoria de las exportaciones de maíz porque la prioridad es el mercado interno, la alimentación popular”, sostuvo Pedot sobre la iniciativa adoptada en principio por el Gobierno nacional, sustituida luego por un tope diario a la exportación de maíz y finalmente por un monitoreo de esa comercialización.
Tras el acuerdo al que llegó con el empresarial Consejo Agroindustrial Argentino, el Gobierno informó a última hora del martes que sustituía “el límite de 30.000 toneladas diarias de exportación de maíz por un monitoreo del saldo exportable para llegar (en marzo) al empalme de cosecha sin tensiones, con el compromiso del sector privado".
“En la UTEP entendemos que el diálogo es parte de la gobernabilidad pero que debe extenderse a la agricultura familiar, campesina, indígena, y no, como en este caso, sólo a cinco grupos que concentran las exportaciones” y hegemonizan el Consejo Agroindustrial Argentino, apuntó Pedot en declaraciones a esta agencia.
Críticas a la Mesa de Enlace
Por su parte, Rosalia Pellegrini, de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), estimó que “cada vez se le hace más difícil a esa Mesa de Enlace sostener este tipo de medidas” de fuerza y que “sectores de la Federación Agraria o Coninagro comienzan a deslindarse” de acciones como el lock out que concluía este miércoles.
Dijo también que otros “actores, más vinculados a la exportación y a las multinacionales, representados por el Consejo Agroindustrial Argentino, se muestran con una postura más negociadora hacia el Gobierno” pero representan el mismo modelo de agronegocio que la Mesa de Enlace, formada a su vez por las grandes patronales rurales hace más de una década, durante el conflicto en torno de la resolución 125 sobre retenciones.
Lucas Tedesco, también de la UTT, opinó a su vez que “mientras exista este modelo hiperconcentrado, siempre habrá conflicto de intereses” como el suscitado en torno a la comercialización del maíz.
“Y ahí es donde las organizaciones campesinas tenemos mucho que aportar, porque representamos una oportunidad para cambiar una matriz injusta y avanzar hacia la soberanía alimentaria”, declaró a Tierra Viva.
El deja vu Vicentín
Para Tedesco, “cuando el gobierno queda a mitad de camino es devorado” por los sectores más concentrados del agronegocio y Pellegrini recordó, en el mismo sentido, el frustrado anuncio de intervención y expropiación del concursado Grupo Vicentín, así como el reciente intento de regular la exportación maicera.
Según la referente de la UTT, en este conflicto se muestran “una vez más los que siempre ejercieron presión para garantizar sus niveles altísimos de ganancia, los grandes intereses de este modelo agroexportador hace años focalizado en un paquete tecnológico basado en el veneno de los agrotóxicos”.
Todos los entrevistados coincidieron en destacar que el maíz, además de ser un alimento ancestral, integra como insumo y en la formación de precios de diversas cadenas productivas, entre ellas las de carne de pollo, cerdo y vaca.
Falta de control del Estado
También opinaron de modo coincidente respecto de la opacidad del mercado cerealero y Montón resaltó que, “en medio de las negociaciones del Gobierno con estos actores, aparecieron millones de toneladas que no estaban declaradas, lo que deja expuesto uno de los problemas que es la falta de instrumentos del Estado para el control y ratifica la sospecha del contrabando y la evasión” en el sector.
Dijo además que, más allá de conflictos coyunturales, “el problema es el modelo agroalimentario que tenemos, que tiene que ver con la concentración de la tierra, la agroindustria y la exportación” de commodities.
En este marco, exhortó al Gobierno a “fortalecer el diálogo con la agricultura familiar y cooperativa para, desde ahí, garantizar la alimentación de todos los argentinos”.
Agronegocio, política de Estado
Por su parte, Gabriel Arisnabarreta, integrante de Ecos de Saladillo, de la red Renace y productor agroecológico, deploró el hecho de que “la apuesta al agronegocio con su carga de agrotóxicos y transgénicos es política de estado, gobierne quien gobierne”.
En el mismo orden, dijo que “se ha adoptado un sistema pecuario intensivo e industrial donde pollos, gallinas, cerdos y bovinos viven confinados en pequeños espacios y alimentados exclusivamente de balanceados elaborados con maíz y soja en distintas proporciones según la especie”.
“Si no hay maíz suficiente para alimentarlos, los precios se disparan y se reduce el consumo interno; si el precio del maíz se dispara internacionalmente, los productores prefieren exportarlo y los animales se quedan sin su alimento… los precios vuelan por las nubes nuevamente”, señaló sobre el trasfondo del reciente conflicto.
Sobre sus actores, Arisnabarreta sostuvo que “la Mesa de Enlace es parte de ese pensamiento único autoritario, pero el Consejo Agroindustrial con quien el gobierno pretende hacer acuerdos y coquetear también es parte de lo mismo”, y que “no hay salida” sin avanzar “hacia un modelo de agroecología de pequeña escala, de productores familiares, de base campesina e indígena, con acceso a la tierra y que abastezca de alimentos sanos y diversos a nuestra población”.