
Desde Río Negro, el ex legislador radical Fabio Emilio Solaiman detalló a través de Facebook el camino de la carne vacuna, desde la cría del ganado hasta las góndolas. “Quiero explicarle a los pocos que me leen, cuál es la realidad en esta historia”, aseguró Solaiman en una publicación que se compartió más de 1000 veces.
Estafa a los consumidores
Para Solaiman, los precios de góndola de los cortes de carne vacuna son una estafa a los consumidores.
“Un productor primario es aquel que cría su ternero, lo recría (ahí vende) o bien le agrega un valor si el maíz está a precio (no es el caso de hoy). El productor primario que hoy con un esfuerzo tremendo termina un novillito para frigorífico tiene dos formas de vender su producto:
A) Por kilo vivo: esto significa que le pagan el total de lo que pesa el novillito en la balanza pública menos un 8 por ciento de desbaste.
B) El productor primario tiene la opción de vender "al rinde". ¿Qué significa esto? Que te paguen el kilo de carne faenada/limpia a 280 pesos. Un novillito de buena genética puede tener un 56 por ciento de rinde útil. Es decir 400 kilos al 56 por ciento de carne al rinde o limpia son 224 kilos, por 280 pesos. La plata recibida es casi lo mismo que vendiendo kilos vivos”, detalla.
“Pero si se vende al rinde, no te queda otra que confiar en el frigorífico si tus animales dieron el porcentaje de rinde real. Es muy común que te digan "rindió un 52 por ciento, 54 o 56, pero estaba excedido de grasas así que se te ‘castiga’ en el precio”. La palabra ‘castigo’ es muy común en la jerga”, agrega.
“Después el productor va a la góndola y ve que sus 280 pesos se convirtieron en 890. Claro que hay costos en la industrialización de la carne, obviamente eso no se discute. Pero estamos hablando que el novillito del productor desde que se pesó en la balanza, hasta llegar a la góndola tuvo un incremento de un 318 por ciento”, cuestiona.
“En esa cadena de comercialización alguien se queda con mucha pero mucha plata. Eso se llama estafa a los consumidores”.
2020, año de aumentos de precios para la carne
Según datos relevados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), de cortes seleccionados de carne vacuna, en 2020 se observaron incrementos significativos durante enero (7,6 por ciento), marzo (5,6 por ciento) y abril (9,2 por ciento) y noviembre (7,7 por ciento). El resto de los meses los incrementos fueron menores.
A noviembre de 2020, los cortes más caros son los que más aumentaron, promediando un 8,6 por ciento, casi un punto porcentual por encima del promedio de aumentos de carne, y más de cinco puntos porcentuales por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Los cortes intermedios se incrementaron levemente en un 5,8 por ciento. Esto implica un aumento por encima del IPC general, pero por debajo del promedio de carnes. Finalmente, el pollo fresco entero se incrementó en 3,3 por ciento, en el nivel del IPC general, y muy por debajo de los aumentos de los cortes cárnicos.
Con esos datos, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) indica que, en términos interanuales, la variación de precios nominales se movió por encima de la variación de precios del período, siendo el IPC de 35,8 por ciento entre noviembre de 2019 y noviembre 2020, lo cual implica un encarecimiento de los diversos cortes en términos reales.
“Si observamos la variación interanual durante noviembre 2020 de los precios de algunos cortes seleccionados, se percibe que los aumentos estuvieron en todos los casos, salvo el pollo, muy por encima de la inflación general. A la cabeza de los aumentos sobresalen cortes como el osobuco (66 por ciento), asado (61 por ciento), vacío (59), picada especial (59) y bola de lomo (58 por ciento). En estos casos observamos incrementos de más de 20 puntos porcentuales en relación a la inflación”, señala CEPA.
A su vez, el consumo per cápita durante 2020 (hasta septiembre, último dato disponible) se mantiene estable en 51 kilos anuales por habitante (kg/h), con un leve incremento del 0,21por ciento respecto al 2019. Si se analizan los últimos cinco años, se observa que el consumo per cápita se encuentra en una tendencia decreciente desde el año 2016. En 2015 se ubicaba en 58,6 kilos por habitante, en 2016 se redujo un seis por ciento para ubicarse en 55,3 kilos. En 2017 se incrementa un cuatro por ciento aunque no logró recuperar la caída del año previo.
Sin embargo, en el año 2019 se observó un derrumbe en el consumo cárnico de casi 10 por cento, lo que provocó que el consumo promedio pasara de 56,5 kilos por habitante a 51 kilos; es decir una reducción de cinco kilos por habitantes en tan solo un año.