Por Carina Jofré, Claudio Revuelta, Patricia Dreidemie y Guido Altamira*
Desde San Juan y La Rioja
En la Reserva de Biósfera San Guillermo (San Juan) y en la Reserva Provincial Laguna Brava (La Rioja) se observa la multiplicación de las instalaciones de proyectos mineros, de cobre y litio, a la par de un alarmante deceso de guanacos, vicuñas y flamencos. Aunque se trata de lugares protegidos por legislaciones provinciales, nacionales y convenios internacionales, actualmente son “zonas vulneradas” por el intenso tráfico de vehículos 4×4 y camiones de transporte pesado que surcan huellas para los proyectos mineros.
El derrotero por áreas protegidas cercadas por las actividades mineras
El Parque Nacional San Guillermo, la zona núcleo de la Reserva de Biósfera homónima y la Reserva Laguna Brava —ubicadas en jurisdicción de San Juan y La Rioja, respectivamente— están rodeadas de exploraciones y explotaciones de minería a gran escala. Debido al actual “boom” representado por las exploraciones de litio y cobre en el mundo, el área se ha convertido en una “zona extractiva” de gran atracción para capitales mineros.
Normalmente el ingreso al Parque Nacional San Guillermo se realiza remontando la Ruta Provincial 430, pasando los poblados de Angualasto, Malimán y El Chinguillo, hasta el sitio incaico de Alcaparrosa, desde donde se accede al Parque. Pero el mal estado de los caminos, por las crecidas de los ríos durante el verano, hizo necesario modificar el itinerario, accediendo por la La Rioja, a la altura de la Reserva Laguna Brava.
El recorrido permitió ver un panorama desolador: el arrinconamiento de los camélidos y la “extinción” —palabras textuales de los guardaparques— de la vicuña en un corredor protegido por legislaciones y convenios internacionales desde la década de 1980.
Para llegar al destino planificado hubo que dirigirse hasta el pequeño y bondadoso pueblo de Alto Jagüé, en el departamento de Vinchina, no sin antes pasar por la ciudad de Villa Unión, donde los grafitis y pintadas realizadas por la Asamblea Takú en defensa del agua y del bosque nativo, anticipaban un territorio en lucha.
Don Juan Urriche, en el pueblo de Alto Jagüé, ofreció hospedaje y comida. El caserío y sus potreros son el último lugar habitado antes de ingresar a la Reserva Laguna Brava. Guarda un encanto particular con sus casas sobre una sola calle-río, sus tres iglesias, su molino histórico y sus murales —ajados ya por la intemperie de sol y viento— en homenaje a la afamada novela de Daniel Moyano “Tres golpes de Timbal”.
Luego de Jagüé se abre paso la Cordillera de Los Andes.
Otra opción para llegar a destino hubiera sido tomar la Ruta Nacional 40 y acceder desde la localidad de Guandacol por el camino del Zapallar. Sin embargo, como alertó previamente Guido Altamira, ese camino se encuentra controlado por el intenso tráfico de los vehículos de tracción pesada que llevan al proyecto minero de cobre Josemaría (ubicado en San Juan) y propiedad de la empresa canadiense Lundin Mining, y también por los vehículos de la empresa minera estatal riojana Kallpa Sapem, que explora reservorios de litio en las Salinas del Leoncito (dentro de la Reserva Laguna Brava).
Una vez que se sale de Jagüé y se adentra en la Reserva de Laguna Brava desde el paraje Santo Domingo, remontando hacia el oeste, es posible ver el intenso tráfico vehicular de la actividad minera en la zona. En la intersección del puesto de control de “La Majadita”, donde hay un módulo de Medioambiente del gobierno de San Juan, los carteles exigen a los visitantes los cuidados y responsabilidades compartidas sobre “el cuidado del medioambiente”. Allí, los eufemismos y la hipocresía están a la orden del día.
A esta altura del recorrido también es posible observar a pocos kilómetros de distancia, en dirección sur, el movimiento de vehículos y polvareda en el salar o “Pampa de Los Sapitos” (en jurisdicción sanjuanina) donde la empresa canadiense Origen Resources perfora para el “proyecto de litio Los Sapitos” una cuenca hídrica conductora con niveles elevados de litio debajo de una capa de arcillas aluviales, gravas y travertino que, según informó la prensa del sector minero, cubre una importante cuenca, donde planifican perforar hasta 482 metros de profundidad.
El proyecto Los Sapitos abarca una concesión minera de 48.325 hectáreas cedidas a la empresa por los gobiernos de San Juan y La Rioja, según informan en el sitio web oficial de la compañía. En la misma puede verse que el área de exploración del lado riojano abarca 21.363,48 hectáreas, las cuales se extienden desde La Majadita (límite con San Juan) hacia el norte, incluyendo íntegramente la Laguna de Veladero. Allí, la empresa menciona que se enfoca en hacer un muestreo sistemático, no solo de las salmueras, sino que también investiga el potencial de presencia de arcillas ricas en litio.
Cualquier turista desprevenido/a que acceda a la Reserva Laguna Brava y que se dirija hacia el oeste en dirección a la Reserva Biósfera San Guillermo se encontrará con un panorama preocupante. Son pampas salineras rodeadas de algunos pocos camélidos y aves que aún rondan la zona, entre el ruido y la polvareda y el ojo vigilante de las empresas de custodia privada (como la llamada Huarpe Sociedad Anónima) contratadas por las empresas mineras.
Otro eufemismo, «los Huarpes» custodian la zona, pero no son los pueblos originarios, son empresas de seguridad de caudales que vigilan los privilegios de los poderosos y son recelosos con los movimientos de los/as visitantes.
La vigilancia es tal que hasta los vehículos oficiales de Parques Nacionales suelen ser custodiados (algunas veces por dos camionetas) en el recorrido por el camino minero hacia el proyecto Josemaría hasta alcanzar la huella de ingreso al Parque Nacional San Guillermo.
De regreso, por el camino que cruza el área de Pastos Largos hacia el refugio de Pastillos —en dirección a Peñas Negras—, se observa a la izquierda un área activa de exploración minera con su campamento correspondiente.
Desde la huella se aprecian vehículos (camionetas, ambulancia y maquinaria pesada) e instalaciones varias. Una vez alcanzado el cauce del Río Salado, está el camino que lleva a otro emplazamiento minero ubicado sobre unos 4100 Metros Sobre el Nivel del Mar (MSNM) que empezó a perforar en búsqueda de oro y cobre. Se trata del proyecto minero “Peñas Negras” operado por la empresa minera Sendero Resources, una subsidiaria de la empresa norteamericana de la firma Barton, quienes sellaron un acuerdo con la empresa estatal riojana Energía y Minerales Sociedad del Estado (EMSE).
Según informó la prensa de los medios de comunicación de La Rioja, la superficie ocupada por el proyecto Peñas Negras se amplía a unas 17.000 hectáreas con diferentes áreas de prospección en el distrito Vicuñas, entre ellas La Peña, La Ollita, Cerro Verde Norte, Cerro Verde Sur y Tamberías, los cuales están siendo exploradas en una campaña de perforación.
Territorios entregados a las mineras
Otras áreas de exploración de litio se encuentran dentro de la Reserva de Laguna Brava, como por ejemplo el proyecto de litio “La Mula, La Vela y La Verde”, operado por la transnacional minera australiana Goldinka Energy Litium Resources, localizado en Laguna de Mulas Muertas, Laguna Verde y Laguna Veladero.
No hay que olvidar que estas actividades mineras que se presentan como sustentables implican literalmente la perforación de acuíferos de altura y que además esto conlleva una grave afectación ambiental en zonas protegidas por la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional Especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas (Convenio Ramsar), ratificado por la Argentina desde 1991 a través de la la Ley Nacional 23.919, con lo cual adquirió la jerarquía constitucional prevista en el artículo 31 de la Carta Magna.
Estas prospecciones mineras de litio, ubicadas en las adyacencias de la Reserva de Laguna Brava en La Rioja, se suman a otras concesiones mineras riojanas menos conocidas para la explotación también de cobalto y grafito como: “La Antigua” (163.634 hectáreas) sobre el Río Colorado, “Pipanaco Sur” (28.479 hectáreas) al límite con Catamarca, “Don Arturo” (conocido también como King Tut) (1.500 hectáreas), “Carmen del Puerto” (28.766 hectáreas) y “Santa Eugenia” en Villa Unión. Todas éstas fueron, inicialmente, propiedad de la compañía Trans Pacific Minerales, subsidiaria argentina de los capitales australianos Trans Pacific Energy Group Ltd.
En febrero 2018, este grupo informaba en su reporte de negocio, señalado como “estrictamente confidencial”, que habían asegurado 240.000 hectáreas para la explotación de litio en el noroeste argentino con el propósito de exportación de litio, cobalto y grafito (para producción de baterías) hacia China y Europa, y que su sede de operación era La Rioja.
Según investigaciones ofrecidas en el libro «Regiones de humedales de la Argentina», publicado en 2017 por la Fundación para la Conservación y el Uso Sustentable de los Humedales, se detalla: “Entre los posibles impactos en los salares por la extracción del litio (que se realiza bajo la forma de cloruro de litio) podrían mencionarse los ocasionados por la utilización de vehículos y maquinaria de perforación, emisiones a la atmósfera de gases y material particulado; emisión de ruido y vibraciones. Por otro lado, la presencia en la zona de obreros y vehículos podría alterar temporalmente el hábitat de la fauna de la región. En relación al agua extraída como salmuera, podría acelerarse el flujo de agua subterránea a partir de zonas aledañas a las salinas. El proyecto minero de extracción de litio implica el consumo de grandes cantidades de agua y puede haber un riesgo de salinización de las capas de agua dulce. Tratándose de una zona desértica con escasos recursos hídricos esto es sumamente importante”.
Estas áreas protegidas además resguardan antiguos lugares de memoria indígena y de tiempos históricos, en especial aquellos que permiten reconstruir la memoria de las ocupaciones indígenas del siglo XV en el antiguo Collasuyo (región que abarcaba zonas de Perú, Chile, Bolivia y Argentina), como también las instalaciones (refugios) y rutas de arrieros de fines del siglo XIX, entre otros.
Los sitios Pircas Negras, Comecaballos, Peña Negra y La Ollita, en la zona de influencia de la Reserva Provincial Laguna Brava, igual que los cerros y cumbres que la rodean, contienen materialidades de la larga memoria de los pueblos indígenas en el lugar. De igual modo, en la Reserva de Biósfera San Guillermo las exploraciones mineras surcan la destrucción de la memoria de larga duración en estos territorios generando impactos irreversibles.
Sin corredores biológicos para la reproducción de vicuñas y guanacos
El tráfico es intenso en la zona y el polvo en suspensión se advierte a kilómetros de distancia. Puede definirse como una especie de “limbo”, una “intersección” desprotegida entre “islas de naturaleza”. El antropólogo Brian Ferrero empleó esta idea para hacer referencia tanto a los problemas de conservación que devienen de la distancia en las áreas protegidas, como a los límites que recortan espacios, generando fronteras que distinguen territorios de conservación en océanos de tierras explotadas y degradadas.
De este modo, las áreas protegidas se convierten en islas que protegen especies y comunidades, pero que no atienden a los procesos que trascienden las áreas delimitadas y así se abandona el resto del territorio a la degradación. Lo que sucede entre y dentro de las Reservas de San Guillermo y Laguna Brava parece ser el ejemplo de estas “islas de naturaleza” que, por un lado, sirven como imagen de la preservación estricta mientras que al mismo tiempo destina el resto del territorio a la destrucción que provocan las explotaciones mineras de alto impacto.
Se trata de políticas de conservación fragmentarias y deficientes que actúan por omisión y construyendo segmentos de legalidad para encubrir la enorme concesión de ecosistemas frágiles. No es difícil darse cuenta que estas estrategias de conservación en islas, en parches, entre San Juan y La Rioja, son obra de una cartografía política minera que ha delimitado, por no decir, producido, las geografías a conservar a medida y conveniencia de las zonas con recursos mineros a explotar.
La tarea de los guardaparques se complica frente a la presencia creciente de exploraciones en la zona que rodea al área protegida por la Administración de Parques Nacionales (APN). Y aunque las actividades mineras no están autorizadas en el área estricta de conservación del Parque Nacional San Guillermo, zona de trabajo de los guardaparques, la minería sí está habilitada en las zonas adyacentes consideradas de usos múltiples en la Reserva de Biósfera.
El visitante que ingrese al sitio web oficial de la Reserva de Biósfera podrá comprobar que existen más de catorce proyectos mineros en la zona, aunque ese mapa de concesiones mineras no se encuentra actualizado desde, por lo menos, hace diez años. Se calcula que son más de cuarenta los proyectos actualmente otorgados y en diferentes fases de trabajo dentro de la zona de usos múltiples de la reserva, según informes provistos por el Gobierno de San Juan.
Al igual que en la Reserva de Usos Múltiples Laguna Brava, la zonificación realizada por el gobierno de La Rioja permite la actividad minera en las zonas no declaradas intangibles y de amortiguamiento, lo que deriva en el panorama antes señalado, cuyo resultado es un cercamiento total de las áreas protegidas. Mientras, por un lado, la Secretaría de Ambiente de la provincia niega rotundamente en la prensa la existencia de minería en la Reserva, por el otro, el gobernador Ricardo Quintela confirma la presencia de litio en Salina del Leoncito —declarado recurso estratégico mediante la Ley Provincial 10.608—, y celebra la puesta en marcha de proyectos mineros como Peña Negra, entre otros. Tal situación ya ha sido ampliamente denunciada y visibilizada por las Asambleas Riojanas desde enero de 2022. Informe de las Asambleas Riojanas Antiextractivistas sobre Minería – Fundación Plurales
En un rápido ejercicio de exploración de la zona a través de Google Earth se aprecian las instalaciones mineras que rodean a la Laguna Brava, como son los campamentos Salina del Leoncito, Peña Negra y La Mula.
Esto tiene consecuencias irreparables para la vida, en especial para los guanacos y las vicuñas que, además, han sido diezmados de una forma abrumadora en los últimos años a raíz de un brote sin precedentes de sarna sarcóptica («Sarcoptes scabiei», según su nombre científico), hecho que redujo el número de vicuñas en un 95 por ciento en cinco años, según estudios realizados en el Parque Nacional San Guillermo.
Los guardaparques explican que, al no haber posibilidades de que los guanacos y las vicuñas transiten libremente desde la Reserva de San Guillermo hacia la Reserva de Laguna Brava —debido a los caminos mineros de alto tránsito que circundan toda la zona—, no es posible garantizar un “corredor biológico” entre ambas zonas protegidas, lo que aseguraría a futuro la reproducción de ambas especies de camélidos silvestres. Con mucho pesar afirman que “la vicuña se considera ya un ejemplar extinto” en la Reserva de San Guillermo, siendo su imagen el ícono plasmado en el logo oficial.
En el Refugio Agua del Godo, la base operativa y campamento del Parque Nacional San Guillermo (ubicado a 3400 MSNM), un grupo de jóvenes biólogos y biólogas, quienes trabajan para la Fundación Rewilding Argentina, realizan un estudio sobre “efectos de un brote de sarna sarcóptica sobre la comunidad del Parque Nacional San Guillermo”. Monitorean los cambios en los patrones de vegetación, en la dieta de carnívoros y rapaces, en la densidad de herbívoros, y en la comunidad de carroñeros que habitan el parque. Evalúan la variabilidad genética de la población de vicuñas remanente y estiman las consecuencias demográficas de su drástica disminución poblacional.
Para estos biólogos/as, los cambios en las interacciones tróficas tienen efectos ecológicos resultantes de la abrupta disminución del herbívoro más importante de la Puna. Lo llamativo de este estudio, como de otros anteriores realizados por la bióloga Hebe Ferreyra (entre 2017-2018), quien ayudó a caracterizar el brote de sarna sarcóptica registrado desde 2014 y que también alcanzó a los camélidos de la Reserva Provincial Laguna Brava en La Rioja, es que ninguno exploró las relaciones que hay entre la multiplicación ascendente de las actividades mineras en estas áreas protegidas y las condiciones biológicas que hicieron posible el drástico y poco común (según reconocen los propios estudios) deceso de las vicuñas, y en menor medida de los guanacos.
Los estudios de Ferreyra concluyen que la introducción de llamas domésticas procedentes de Jujuy en el marco de un programa destinado a pequeños productores ganaderos en el departamento Iglesia (San Juan) fue el origen del contagio, pero sus investigaciones no exploraron cuáles fueron las condiciones generales ambientales que determinaron la alta mortandad de los camélidos. Ninguno de estos trabajos problematizan o mencionan siquiera las condiciones de arrinconamiento extractivista minero que las áreas protegidas estudiadas poseen. De modo similar, en la Reserva de Laguna Brava, la muerte de más de 200 flamencos sucedida entre octubre y noviembre de 2023 se adjudicó oficialmente a “alteraciones climáticas”.
Claramente hay posiciones políticas que condicionan las investigaciones, evitando vincular la muerte de flora y fauna a las actividades mineras en las áreas protegidas. En esta línea, existen estudios recientes sobre el aumento de metales pesados en el ambiente (como cadmio, antimonio y arsénico, entre otros), coincidente con el “boom minero” en la región chilena del Alto Loa, presentes en un área de dispersión de hasta 70 kilómetros.
Todo este escenario descrito en las Reservas de San Guillermo y Laguna Brava se exacerba en un contexto de desmantelamiento de Parques Nacionales y achicamiento de la planta de contratados, luego de que el gobierno de Javier Milei arremetiera con su plan de ajuste prometiendo hasta 70.000 despidos en distintas reparticiones del Estado Nacional.
La situación del Parque Nacional San Guillermo es crítica y amenaza la continuidad de sus funciones para el resguardo del área protegida, actualmente jaqueada por los intereses millonarios de las exploraciones de minerales que guarda. Mientras, la Reserva de Laguna Brava, administrada por el sistema de áreas protegidas de La Rioja, flexibiliza cada vez más sus límites y promociona la zona como “un destino de ensueño y promoción minera”.
Como corolario de la recorrida por San Juan y La Rioja, es importante destacar que tres expertos independientes designados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU hicieron, en 2022, diversos llamados de atención a la Minera Argentina Gold, subsidiaria argentina de Barrick Gold (empresa minera canadiense) y Shandon Gold (empresa minera china) operadoras de Mina Veladero emplazada en la Reserva de Biósfera San Guillermo, tras caratular “desastres ecológicos” los sucesivos derrames de metales pesados y sustancias tóxicas en los ríos de la cuenca del río Blanco-Jáchal. Entre otras cosas, el informe llama la atención sobre las obligaciones de los Estados provinciales y nacional sobre la protección de áreas protegidas. “Los derrames y la falta de acción oportuna de parte del Gobierno y de la empresa están poniendo en grave peligro a las comunidades y el medio ambiente”, afirmaron los tres relatores especiales de Naciones Unidas.
*Carina Jofré, activista warpe, feminista antiextractivista, investigadora adjunta del Conicet-Instituto Regional de Planeamiento y Hábitat (Irpha), Universidad Nacional de San Juan, profesora de la Universidad Nacional de La Rioja. Claudio Revuelta, profesor e investigador de la Universidad Nacional de La Rioja y de la Universidad Nacional de Chilecito. Patricia Dreidemie, investigadora adjunta del Conicet, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Rio Negro. Guido Altamita, defensor ambiental y guía turístico.