OPINIÓN
Por Guillermo Folguera*
En los últimos días, grandes medios de comunicación y ciertos partidos políticos realizaron una fuerte campaña para privatizar diferentes áreas e instituciones de la ciencia y la tecnología.
Al respecto, es preciso decir tres cosas.
La primera es que la ciencia es una actividad fundamental, maravillosa, parte de la cultura de nuestras sociedades, relevante para diagramar políticas públicas, clave para poder vincularnos de otra manera con la naturaleza y con las comunidades. Las ciencias son valiosas de por sí, al igual que otras prácticas humanas como el deporte y el arte. No creo que haya que demostrar ni justificar esta valía ante los grupos empresariales y candidatos que pretenden mercantilizarlo todo.
La segunda cuestión tiene que ver con la estrategia elegida por algunos sectores del ámbito científico y tecnológico para defenderla. En este sentido, paradójicamente, fueron exacerbados resultados y líneas de investigación en los que la ciencia fue puesta al servicio de las mismas corporaciones que la devoran. Un ejemplo de esto es el trigo transgénico (HB4): impulsado por la empresa Bioceres que tiene como a uno de sus accionistas principales a Héctor Huergo, responsable de la sección rural del Grupo Clarín. Sí, el mismo multimedio que levantó y amplificó los cuestionamientos que hoy son noticia y que motivan esta reflexión. Pero el trigo HB4 y todos los extractivismos son parte del problema, no de la solución.
La tercera y última refiere a las voces que sugieren que no es momento de dar esta discusión de fondo. Por el contrario, creo que más que nunca debemos hacerlo seriamente y reflexionar acerca de qué tipo de ciencia estamos impulsando. Abrir el escenario para que la sociedad toda sea incluida en muchas de las decisiones, más allá de especialistas y empresarios. Definir y deliberar acerca de para qué y para quiénes investigamos. En definitiva, preguntarnos qué es una ciencia para la democracia y para el beneficio de la naturaleza y los pueblos.
*Biólogo y filósofo. Investigador del Conicet y profesor de la UBA. Integrante del Grupo de Filosofía de la Biología y del programa Después de la Deriva (FM La Tribu).