Por Jésica Bustos y Carla Perelló
Más de 140 especies de aves, mamíferos y reptiles. Una cadena de espejos de agua. Los hay pequeños y medianos y simulan uno gigante, ocupa unas 300 hectáreas y está rodeado por otras 700 de bosques y prados silvestres. La descripción cabe -salvando la diversidad- a prácticamente cualquiera de los más de 20 humedales que hay en el territorio argentino. Ésta en particular, refiere al pulmón más grande de la provincia de Buenos Aires: la Reserva Natural Integral y Mixta Laguna de Rocha, ubicada en la intersección de los partidos de Lomas de Zamora, Esteban Echeverría y La Matanza. Uno de los tantos espacios verdes que exigen ser protegidos para y por nuestra sobrevivencia en un mundo tan dañado, y que hoy está amenazado por la especulación inmobiliaria, los intereses político partidarios, los negociados con el fútbol y, también, por el fuego que arrasa.
“Rocha”, como se la conoce, según el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), tiene una extensión de más de 800 hectáreas y es el principal regulador hídrico de la zona baja de la cuenca Matanza Riachuelo. Además, es parte de una suerte de cordón de reservas, como la de Ciudad de Evita, reserva municipal, y la Reserva Natural de Santa Catalina, de Lomas de Zamora, con esa nomenclatura desde 2012.
Humedal en peligro
En Argentina existen 23 humedales que abarcan una superficie estimada de cinco millones de hectáreas. Extensos pulmones verdes que coexisten con el emplazamiento de las sociedades, cada vez más numerosas. Los hay muy custodiados, convertidos en parques nacionales o reservas en distintos puntos del territorio nacional. Pero también, amenazados por pujas políticas y económicas de sectores dedicados al agronegocio y al extractivismo urbano.
Según detalla Patricia Pintos, geógrafa y subdirectora del Centro de Investigaciones Geográficas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, esos sectores “internalizan como parte de los desarrollos inmobiliarios las condiciones de la naturaleza, ese plus que la naturaleza encarnada en los humedales ofrece. Así, se apropian de rentas extraordinarias y capitalizan su valor intrínseco. (Los humedales) son suelos muy codiciados, disputados y valorizados a los efectos de llevar adelante este tipo de emprendimientos”.
“Regulan los excedentes o déficits de agua, aportan condiciones de microclima, son corredores de biodiversidad y capturan carbono de la atmósfera, que es uno de los gases de efecto invernadero”, suma Pintos.
Sucede que esas tierras bajas e inundables, aportan calidad de vida a quienes viven en sus inmediaciones. Así ocurre con las millones de personas que habitan en el conurbano bonaerense, en Santa Fe o en Entre Ríos. Por eso, la importancia de su conservación y defensa: es un espacio verde no privado disponible para un gran porcentaje de la población que muchas veces no accede a lugares de esparcimiento y recreación no gratuitos.
Breve historia de la Laguna de Rocha
Mucho antes de su designación formal como Reserva protegida, el humedal donde se encuentra la Laguna de Rocha fue foco de problemáticas varias como basurales a cielo abierto, plantaciones de monocultivo de soja, especulación inmobiliaria y asentamientos. Problemáticas que hoy persisten. Aún así, de la democracia a esta parte, se pueden contar varios hitos. En 1996, legisladores locales de la UCR advirtieron sobre las obras de dragado -limpieza- del lugar. De allí, surgió la ordenanza municipal 4627/CD/96, donde se menciona el trabajo de la Junta de Estudios Históricos de Esteban Echeverría por el que se decidió llamar a hacer estudios históricos, arqueológicos y paleontológicos ante cualquier obra que se deba llevar a cabo en la zona.
Según cuentan, en 1536, tuvo lugar la primera batalla entre los Querandíes y el ejército realista de Don Diego de Mendoza, hermano de Pedro, fundador de Buenos Aires, según la corona española. Para mediados de la década de 1990, Natalia Mastroscello, profesora de ciencias naturales, y Pablo Pila, coordinador de Medioambiente de Esteban Echeverría, llevaron a cabo el primer relevamiento de especies del lugar. Hallaron: ocho especies de patos, tijeretas, chingolos, zorzales, benteveos, horneros, renegridos y jilgueros; lagartos overos, culebras verdes, gavilanes planeadores, tordos músicos, churrinches, ratonas y otras muchas más.
Más tarde, el proyecto de construcción de un Polo Logístico a pocos metros de la Laguna, el avance del mercado inmobiliario y de basurales en la zona, puso en alerta a lxs vecinxs de todas las localidades en derredor. La respuesta: organización y persistencia. El Colectivo Ecológico de la Laguna de Rocha y Vecinos por Laguna de Rocha, fueron dos de las expresiones fundamentales de la lucha por la preservación de la Reserva.
Para 2008, la amenaza regresó: el Concejo Deliberante de Echeverría denominó “zona industrial” aquellas tierras. La instalación de fábricas era inminente. Con marchas y denuncias en los medios locales, lograron volver esos pasos hacia atrás. A la vez, encontraron eco en legisladores provinciales. Cuatro años después lograron materializar en la letra de la ley provincial 14488 la protección integral a las más de 600 hectáreas que integran la Reserva. La alegría no duró demasiado.
El conflicto con Racing
La lucha socioambiental más resonante y vigente en la zona es la cesión de 32 hectáreas al Club Racing en junio del 2009. Fue concretada por la entonces presidenta de la Nación Cristina Fernández, quien siguió el deseo de su esposo, hincha del club y ex presidente, Nestor Kirchner, en la Resolución 624/2009. Aquella entrega fue sellada en la ley 14516, la modificación de la normativa que protegía la Reserva. Las otras 32 hectáreas fueron para el club Boca Juniors, que decidió no hacer uso del terreno.
Sin embargo, el club Racing mantiene hasta ahora el litigio en la Corte Suprema de Justicia Bonaerense, ya que a pesar de las idas y vueltas políticas y jurídicas, no cuenta con sustento legal para iniciar las monumentales obras de la villa deportiva que pretende construir en el lugar. Para dar una idea, en 2014, el club anunció en carteles que necesitaría 1700 camiones de tierra para rellenar los espejos de agua de la reserva para poder concretar su proyecto.
Gabriel Videla es geógrafo y docente en la UBA, la UNTReF y es cofundador del Colectivo Ecológico Unidxs por Laguna de Rocha. Respecto de los peligros que rodean al humedal explica que el 2020 fue muy particular ya que hubo un llamativo movimiento judicial en plena pandemia.
A comienzos de año, se reunió el Comité de Gestión por la Laguna de Rocha -conformado por el Municipio de Esteban Echeverría, la OPDS y organizaciones vecinales con opinión vinculante y función de contralor- para discutir distintos temas, entre ellos, un informe de la Corte Suprema de Justicia bonaerense sobre el club Racing y su injerencia en el humedal. El intendente de Echeverría y presidente del Comité, Fernando Gray, se retiró de la reunión aunque no se habían tratado todos los temas: “Lo que ocultó es la carta que enviaría en junio a la Corte, planteando que ninguna organización ambientalista que integra el Comité había objetado el plan de obras del complejo deportivo”, denuncia Videla.
Así y todo, en la actualidad “hay una situación de empate”, dice Videla. Es que la entrega de tierras públicas fue renovada para Racing en la resolución presidencial 109/2020, no obstante, “no puede intervenir sin dar explicaciones serias ante la Autoridad Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) o la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, indica Videla, dado que el hecho de que Rocha forme parte de la cuenca media del Matanza Riachuelo el cuidado de su ambiente y biodiversidad están contemplados en la Causa Mendoza, un fallo histórico de 2008 en el que la Corte intima a las autoridades del Estado al saneamiento de este curso de agua. Por eso, Videla sostiene que el freno a Racing “revela que las autoridades tienen clara conciencia de que ese tipo de acciones son ilegales y una grave alteración al ambiente”.
Activismo socioambiental y conurbano
Desde la irrupción en escena de la joven activista sueca Greta Thunberg, la discusión por la crisis climática y la urgente acción de parte de las potencias mundiales no ha dejado de ser noticia debido al movimiento juvenil más importante de la historia reciente. “Fridays for future” es la iniciativa que llevó a Thunberg a la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, al Foro de Davos y hasta la tapa de la revista Time.
Su iniciativa se replicó en distintos países y en Argentina fue semilla de la agrupación socioambiental Jóvenes por el clima, la versión criolla y popular de la pelea por un futuro posible. Fue este mismo grupo de jóvenes el que logró a fines de 2019 la aprobación de la ley de presupuestos mínimos para la adaptación y mitigación al cambio climático.
El año pasado, la discusión por una ley de humedales llegó a la agenda nuevamente por los graves incendios intencionales en el Delta del Paraná, en Santa Fe, y en las provincias de Córdoba, Chaco y Formosa, sólo por nombrar los más importantes. Fueron presentados 13 proyectos en ambas cámaras del Congreso y, en ese contexto, se realizaron extensas presentaciones virtuales con diferentes especialistas.
“Los principales afectados y afectadas por la crisis climática y ecológica van a ser los sectores menos privilegiados, que se conoce que en el conurbano es un porcentaje bastante alto. Entonces es importante que conozcamos nuestro territorio y que tengamos acceso a esa información”, indica Martina Torres Miranda, militante de Jóvenes por el Clima Conurbano.
En la búsqueda por hacer del humedal un espacio verde disfrutable por vecinos del distrito y población en general, fue el propio Colectivo Ecológico Unidxs por Laguna de Rocha el que le acercó a las autoridades municipales un plan de acción que sirviera como puntapié para el compromiso político e institucional en materia socioambiental. El proyecto pedagógico, comunicacional y de obras de señalización tiene como objetivo, entre otras cuestiones, brindar herramientas a docentes para el análisis de la problemática en las aulas, llevar adelante una campaña de concientización de vecinos y vecinas de la zona y la disposición de mangrullos que permitan las visitas al lugar sin afectar la fauna ni la flora del humedal.
En esta misma línea, Torres Miranda asegura que “la juventud se ha acoplado a diferentes luchas, reclamando su espacio y derecho” y que cada vez son más los “pibes y pibas que se preocupan por la herencia natural que vamos a recibir”. Ella no duda en afirmar que la juventud es “un motor de cambio”, dice y afirma: “Lo vamos a utilizar como nuestra principal herramienta para combatir esta emergencia climática”.
En los últimos años, ha habido un giro importante en el análisis del impacto ambiental de las actividades humanas. En este sentido, fueron y siguen siendo las comunidades originarias, los campesinos y también lxs jóvenes de las urbes lxs grandes protagonistas de las luchas en defensa del hábitat. Por ello, como plantea Pintos, “en la disputa por la protección de estos ambientes vienen siendo las organizaciones sociales y los movimientos ambientalistas locales los que están ocupando el lugar de cuidado frente a un Estado que literalmente se ha desplazado de esas funciones”.
Estamos atravesadxs por una pandemia de origen zoonótico, evitable si nuestro eje estuviera puesto en nuestra relación con el ambiente y no en los extractivismos y la falsa idea de progreso y desarrollo económico. Habitamos un mundo en el que este tipo de ecosistemas desaparece rápidamente: se estima que desde 1900 los humedales se redujeron un 64%. Urge un marco legal que los proteja e impida su degradación. La respuesta parece obvia si tenemos en cuenta que son de vital importancia para el buen vivir y si pensamos que un futuro diferente no sólo es posible, sino necesario.