El Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), dependiente del Ministerio de Agricultura, informó que en el primer cuatrimestre del año el consumo de productos lácteos per cápita se incrementó un 1,8 por ciento, alcanzando un 56,9 litros por habitante, una cifra anualizada de 184 litros. Ese volúmen se ubicaría un 0,9% por encima de lo registrado en 2019, cuando el consumo cayó el nivel más bajo desde 1990, cuando el consumo fue de 162 litros.
El último año de gestión macrista, el consumo de lácteos se ubicó en 180 litros por habitante por año, lo que significó una contracción del 5% respecto del 2018, de acuerdo a los datos de la OCLA. El 2020 comenzó con el arrastre del 2019 y una tendencia negativa de caída en las ventas en el primer bimestre, pero se registró un incremento en abril-mayo, por lo que se consideró un efecto del aislamiento social en los hogares a causa de la pandemia del Covid-19.
Según el OCLA, los meses de mayo y junio volvieron a registrar una caída en las ventas respecto del bimestre anterior. La entidad del Ministerio de Agricultura registró un incremento también en materia de producción: en el primer semestre del 2020 la producción se incrementó entre el 8 y 9 por ciento respecto del mismo período de 2019.
Un paliativo que no aumentó el consumo de lácteos
El Gobierno nacional puso en marcha, en diciembre pasado, un nuevo programa de transferencia de recursos denominado Plan Argentina contra el Hambre, que se aplica a través de la Tarjeta Alimentar. La tarjeta fue entregada a cerca de 1.500.000 personas beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo, con hijos de hasta 6 años, embarazadas desde los 3 meses y personas con discapacidad.
La tarjeta solo puede ser utilizada para la compra de alimentos de la canasta básica, de los que el ministerio sugiere principalmente carne, leche, frutas y verduras. A partir de la información de los consumos de las tarjetas, Desarrollo Social indicó que en los meses previos a la pandemia el porcentaje de la tarjeta destinado a alimentos frescos llegó al 67 por ciento.
Pero desde el inicio de la cuarentena, y tras la pérdida de puestos de trabajo, las verduras, frutas y carne compradas con la tarjeta bajaron al 45 por ciento. Desde el ministerio consideraron que los beneficiarios debieron volver a comprar una mayor proporción de alimentos baratos y de menor valor nutricional como alimentos secos y harina. El Ministerio de Desarrollo reforzó otras vías de asistencia alimentaria como la distribución directa de alimentos, transferencia de fondos a gobierno provinciales y municipios y asistencia directa a 3 mil comedores y merenderos comunitarios. “Lo positivo es que logramos una amplia cobertura; la dificultad es la calidad nutricional, porque hay mucho fideo y arroz pero poca carne, leche, frutas y verduras», reconoció el ministro Daniel Arroyo.