Por Mariángeles Guerrero
El gobierno de Javier Milei resolvió, desde su inicio, negar la ayuda alimentaria a los comedores barriales que sostienen las organizaciones sociales en todo el país. El Ministerio de Capital Humano ya cuenta con tres requerimientos del Poder Judicial para presentar un esquema de distribución de los productos alimenticios que tiene acopiados. Pero hasta el momento, el Gobierno sólo convocó a la Fundación Conin, sin avanzar en la completa planificación y ejecución del reparto. Ante el hambre creciente en el país, ¿qué puede aportar la agroecología? ¿Qué es lo que no se puede dejar de exigir al Estado?
Marianela Rojo es licenciada en nutrición y especialista en salud social y comunitaria. Participa de la Feria Agroecológica de Córdoba capital y de la cooperativa Macollando. Desde este espacio productivo realiza —desde hace dos años— diversas actividades de promoción de la alimentación saludable en comedores y barrios populares de esa ciudad. “Comer es una construcción social: hay un contexto que genera y de algún modo determina la forma de comer y degustar de las personas”, define. Explica que la alimentación es una práctica colectiva y compleja, y que las comidas que acostumbramos a ingerir tienen mucho que ver con nuestros grupos de pertenencia.
“Cuando hablamos de soberanía alimentaria y de alimentos agroecológicos, muchas veces eso se traslada a que solamente algunos sectores acceden. Y desde la perspectiva del derecho a la alimentación, que es el derecho a acceder a un alimento sano en toda su integridad, todas las personas deberíamos poder comer estos alimentos”, señala. Respecto a las políticas alimentarias en Argentina, resalta que hoy no está llegando ningún tipo de producto a los comedores. Alerta que, desde su espacio organizativo, ya venían identificando que lo que llegaba eran productos carentes de nutrientes, como arroz, fideos y maíz.
Foto: Cooperativa Macollando
¿Por qué es importante tener la oportunidad de comer alimentos agroecológicos? La investigadora María Dolores Raigón, de la Universidad de Valencia, ofrece algunas cifras para la explicación. En su artículo "La alimentación ecológica: cuestión de calidad" compara verduras y frutas agroecológicas y verduras y frutas fumigadas con agrotóxicos. Y concluye que el uso de químicos en los cultivos impacta en una pérdida de las cualidades nutricionales de la planta en su estado natural.
Por ejemplo, el brócoli perdió —desde 1985— el 55 por ciento de magnesio, el 62 por ciento de ácido fólico y el 73 por ciento de calcio. Las papas perdieron el 78 por ciento de calcio y el 48 por ciento de magnesio. Las zanahorias, el 24 por ciento de calcio, el 50 por ciento de hierro y el 75 por ciento de magnesio. En cuanto a las frutas, las manzanas perdieron el 60 por ciento de su vitamina C y las bananas el 95 por ciento del potasio.
En 2021, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) alertó sobre la afectación de la salud de niñas y niños a causa del uso de agrotóxicos. En ese marco, citó un estudio realizado en 1991 que advertía que la ingestión de alimentos contaminados con pesticidas es uno de los factores que contribuyen a aumentar el riesgo de producir cáncer. Puntualizó, además, que la contaminación de los alimentos se puede presentar por la aplicación directa de sustancias tóxicas y por acumulación de pesticidas en las cadenas tróficas, así como durante los procesos de industrialización, transporte y almacenamiento.
Rojo explica que, para que un alimento sea sano, debe estar “lo más parecido a como la naturaleza lo brinda". En otras palabras, no debe haber intervención de sustancias tóxicas en la producción y en la recolección. Sin embargo, la industrialización de la producción alimenticia transformó la calidad de los alimentos disponibles. "Hay una colonización de nuestros paladares. Yo me puedo llenar con cualquier cosa que coma, pero no necesariamente eso va a contribuir a la salud", aclara.
Foto: Cooperativa Macollando
La oferta de los ultraprocesados
Se llama ultraprocesados a los alimentos creados con procesos industriales. Son duraderos, accesibles, atractivos y muy rentables (para quienes los fabrican) pero su calidad nutricional es muy baja o nula. No contienen ningún alimento entero, contienen azúcares, grasas totales, grasas saturadas y sodio. Además, tienen aditivos como emulsionantes, colorantes, conservantes y saborizantes. Son comercializados en todo el mundo por diez empresas que concentran el mercado: Nestlé, Pepsico, Unilever, Coca Cola, Mars, Mondelēz, Danone, General Mills, Asociated British Foods y Kellogg's.
Estos "alimentos" no poseen proteínas, fibras, minerales o vitaminas, pero sí agrotóxicos. El Atlas de los sistemas alimentarios del Cono Sur cita un estudio del Instituto Brasileiro de Defensa del Consumidor, que en 2020 analizó 27 ultraprocesados y encontró, en el 59 por ciento, al menos un agrotóxico y en el 51 por ciento residuos de glifosato o glufosinato de amonio.
“La mayor cantidad de alimentos que consumen las personas son procesados y ultraprocesados, que no tienen ningún tipo de nutrientes, sino que son una suma de azúcares, grasas y sustancias químicas que lejos están de lo que podríamos considerar alimento. No solamente comemos para saciarnos o para llenarnos, sino también para nutrirnos”, diferencia Rojo.
En los talleres vivenciales que organizan en los comedores de Córdoba, las y los integrantes de Macollando comenzaron a preguntar a las y los asistentes por su estado de salud. Las primeras respuestas mostraron que las personas no identificaban tener problemas de salud. Pero luego de indagar más aparecieron desequilibrios en la glucemia y en la tensión arterial. Eso dio la pauta de una naturalización de esas situaciones, pero también de la falta de cuestionamiento en relación a las causas. "Muchas mujeres nos decían que ellas no sabían que determinados productos podían generar daños tan grandes en su salud. Pero al mismo tiempo identificaban que era lo único que tenían para comer", cuenta.
A las dificultades para comprar alimentos en Argentina (la inflación para ese rubro en el último año acumula el 289 por ciento), se suma el panorama global de la homogeneización de la dieta que propone la agroindustria. Esa oferta genera diversas formas de malnutrición, tanto por déficit de nutrientes como por exceso. "Por ejemplo, distintos tipos de anemias vinculadas no solo al hierro sino también a la vitamina B12", dice la nutricionista. También identifican sobrepeso y obesidad. Si bien se hace mucho énfasis en el respeto de la diversidad de los cuerpos, afirma que hoy está siendo una problemática por ejemplo en relación a la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia.
Para llenar los platos de verdadero alimento
Zulma Molloja es productora hortícola de la localidad de Olmos, partido de La Plata (Buenos Aires). Hace nueve años apostó por la agroecología y hoy es responsable del Área Social de la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT). La organización sostiene tres comedores al que asisten, en total, 240 niñas y niños de Olmos. La olla se llena con lo que los trabajadores hortícolas donan semanalmente. Además, brindan talleres de alimentación sana, segura y soberana.
En 2020, la UTT lanzó la Red de Comedores por una Alimentación Soberana, con el fin de unir a pequeños productores y productoras con organizaciones sociales. En ese marco, ese mismo año, publicaron el Recetario para comedores populares, con la intención de promover otras formas de preparar comidas, recuperando saberes de generaciones pasadas.
Por el aumento del precio de los alimentos, en Argentina disminuyó el consumo de carne, leche y pan. "Lamentablemente al Estado no le importa, pero nosotros tenemos que seguir alimentando, tenemos que seguir bancando las ollas, tenemos que seguir dando a los niños que llegan con hambre, no podemos decirles que no", afirma Molloja. Sobre los patrones actuales de alimentación, señala: "Hoy en día se está comiendo chatarra, se come sólo fideos con salsa de tomate y eso hace mal a la salud. Nuestra idea es capacitar, también a nuestros compañeros, para que se puedan nutrir bien, por ejemplo con una tarta de acelga, usando legumbres".
Pero para que esos alimentos lleguen a las mesas, es necesario fomentar y fortalecer la agroecología. La Ley de Etiquetado Frontal, sancionada en 2021, establece la necesidad de implementar acciones para promover el consumo de alimentos no procesados, naturales y saludables, producidos por las regionales y agriculturas familiares.
"Implementar la agroecología es muy importante para la salud de todos y todas. Hoy la gente va a Mc Donald's y no sabe cómo está hecha la hamburguesa, cuánto tiempo lleva guardada. Vienen estas multinacionales a imponerse con sus carteles grandes y se pierden otros saberes", sostiene la productora.
Desde la autogestión, Macollando también busca afianzar ese lazo entre el campo y los platos, a través de la organización de compras colectivas en los barrios populares de Córdoba. Pero Rojo marca la responsabilidad del Estado en acompañar estos procesos. "Quienes están produciendo los alimentos hoy están atravesando una situación de fuerte vulnerabilidad y crisis, por la falta de acceso a la tierra y a todas las herramientas necesarias para poder producir alimentos", argumenta. Por eso, en la capital cordobesa proponen una ordenanza de promoción de la agroecología, que crea la Red de Comercialización de Productos Agroecológicos, con el fin de promover esa forma de producir alimentos en la ciudad.
El proyecto, actualmente en discusión en el Concejo Municipal de Córdoba, crea un sistema de garantías para acreditar que los alimentos de dicha red son agroecológicos. Por "agroecológicos", se entiende a aquellos sistemas productivos ecológicamente sustentables, socialmente justos y económicamente viables, que preserven el ambiente y la biodiversidad y que no usen organismos genéticamente modificados ni agroquímicos. La iniciativa también refiere a la importancia de fomentar el comercio justo, la soberanía alimentaria y la inclusión social.
"El proyecto de ordenanza se viene construyendo de manera conjunta con distintas organizaciones. Tiene una perspectiva de la agroecología y de la soberanía alimentaria y de alguna manera va a dar un marco técnico político para generar otras propuestas y estrategias", afirma la nutricionista.