La Universidad de Concepción del Uruguay (UCU) le entregó el título honoris causa al magnate del agronegocio Gustavo Grobocopatel, a pesar de la oposición pública manifestada por un centenar de referentes, organizaciones y académicos que se preguntaron "¿qué modelo de universidad aspira a ser la que galardona a un empresario que desprecia la vida de nuestras poblaciones y contamina la ciencia?" y describieron el modelo agropecuario reivindicado por el fundador del Grupo Los Grobo como el que trajo "el envenenamiento de nuestros alimentos y la transformación del derecho a la alimentación en un negocio financiero".
La carta pública de rechazo ante el galardón otorgado por la UCU cuenta con las firmas de la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, la nutricionista y doctora honoris causa de la UBA Miryam Gorban, la Coordinadora por una vida sin agrotóxicos en Entre Ríos: Basta es Basta, la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC) y otras decenas de académicos y organizaciones de la salud y ambientales. “La Universidad de Concepción del Uruguay no debe faltarle el respeto a la producción científica, ni a sus valores fundacionales ni a su importancia en la sociedad con la que convive", convocan.
“Creo que ahí está la madre conceptual de nuestro modelo de negocios: se puede hacer agricultura sin tierras, sin capital y sin trabajo. No sé si somos los creadores, pero somos los que más lejos hemos llevado esta idea.” El textual es de Grobocopatel, extraído de una entrevista que ofreció en agosto de 2015 a El País, y es la frase con la que las organizaciones denunciantes eligieron condensar el modelo de negocio reconocido por la universidad entrerriana con la entrega del honoris causa.
“Este empresario es uno de los mayores impulsores y partícipe necesario de un modelo de agronegocios cuyos daños han sido sobradamente probados, especialmente a partir del dolor de nuestra sociedad y la destrucción de nuestros territorios, tras el envenenamiento de nuestros alimentos y la transformación del derecho a la alimentación en un negocio financiero”, lamentan e insisten: “Son vastos los estudios científicos, además de la prueba viva y cotidiana de quienes poblamos nuestra provincia (Entre Ríos), que fundamentan los daños a la salud por parte del agronegocio”.
Para rechazar el galardón, la carta pública recuerda que Grobocopatel llevó “a su máxima expresión por los pooles de siembra” y ese modelo, atado al paquete químico, “genera mutaciones, daños genéticos, enfermedades crónicas, degenerativas, neurológicas y agudas, así como destrucción de los ecosistemas en modos inconmensurables”.
“Esas pruebas que dignamente hacen justicia científica hacia nuestras poblaciones, como uno de los estudios en el departamento Uruguay sobre niños expuestos a derivas de agrotóxicos que comprueba el daño genético que este modelo produce, y se encuentra presentado en el proceso de Amparo a las escuelas rurales de Entre Ríos que hoy cursa ante la CSJN (Expdte. 170/2020)”, documentan los denunciantes.
¿Qué perfil busca instalar una universidad que otorga un honoris causa a Grobocopatel?
El rechazo no sólo enfoca el modelo de agronegocio galardonado por los efectos generados en la salud de la población sino que también apunta a los “múltiples daños a nuestros modos de vida” como el desarraigo rural y el modo de pensar al sujeto de la agricultura. “Las bases ideológicas de los agronegocios son fundadas en el cambio de la visión de producir alimentos para transformarlos en commodities, ligando la agricultura a la especulación financiera, antes que a alimentar sanamente las poblaciones generando soberanía alimentaria”.
“¿Qué perfil profesional busca instalar una universidad que honra a un empresario que plantea que si su forma de producir genera daño es responsabilidad del estado por no controlarlo?”, “¿Qué compromiso tiene la UCU con la sociedad en la que se sitúa, esa que sufre los daños en la salud y el ambiente por un modelo ecocida de agronegocios?”, son algunas de las preguntas que dejan al rechazar el reconocimiento.
Y la responden con ejemplos de “ciencia digna” como los campamentos sanitarios en los pueblos fumigados de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, los estudios de Rafael Lajmanovich sobre el daño generado por los transgénicos en los seres vivos o la cruzada iniciada por Andrés Carrasco, quien “alentó a miles de científicos a ponerse a la escucha de los pueblos”. En ese sentido, la carta recuerda las palabras de Carrasco cuando probó los efectos cancerígenos del glifosato: “No descubrí nada nuevo. Digo lo mismo que las familias que son fumigadas, sólo que lo confirmé en un laboratorio”.
“Otorgarle un honoris causa a Grobocopatel es una ofensa a la ciencia y todos los principios en los que esta casa debería basarse”, sentencia la carta pública y llama a la UCU a “no validar el agronegocio que destruye la salud de los pueblos y de la ciencia misma”.