"Las Ligas Agrarias fueron una explosión de fuerza, ingenio y coraje"
julio 26, 2024
Sección: Agroecología
El libro "A 50 años de las Ligas Agrarias. Grita lo que sientes" reúne voces y reflexiones de las y los protagonistas del movimiento campesino surgido en la década del 60 en el noreste del país. La organización fue una referencia en la lucha por los derechos de los sectores populares del campo. La compilación es de María Florencia Contardo y Cristian Vázquez. Publicado por Editorial La Comarca. Extracto de uno de los capítulos.

Por Norma Morello

En los años 60 los cristianos comenzamos a pensar que el cristianismo era más que una religión de culto y sacramentos y que no era una fe que nos salvaba a cada uno por separado. La aparición del papa Juan XXIII, que organizó el Concilio Vaticano II, dio un sentido nuevo a nuestra vida. La palabra y la acción de Jesús la interpretamos bajo el signo de los tiempos, asumiendo una nueva responsabilidad como cristianos de compromiso con la realidad de pobreza, desigualdad e injusticia.

Cambiar el mundo de pocos “por el mundo de todos”. Así llegó a nosotros en el noreste la noticia del Movimiento Rural, de la mano de unos grandes obispos como monseñor Iriarte en Reconquista, Devoto en Goya, Scozzina en Formosa, Di Stéfano en Sáenz Peña, Marozzi en Resistencia y Kemerer en Misiones. Ellos lograron organizar un proyecto de ayuda importante ante los obispos alemanes: el proyecto Misereor. Para ese momento un grupo de empresarios católicos en la Capital Federal estaba organizado Pucan (Por Un Campo Argentino Mejor).

En la región, el obispo de Reconquista, monseñor Iriarte, promovió la asistencia de algunos líderes de la zona rural a Bélgica, a los cursos de preparación de líderes para la formación teórica y metodológica de los cursos que se realizarían en el futuro próximo. En este caso fue Eduardo Sartor y luego su esposa Rita Lima, grandes compañeros en todo el camino del campesinado de la región.

A comienzos de 1964 el obispo de Goya, monseñor Devoto, me invitó a un curso regional para maestros rurales en Corrientes (capital). Allí descubrí un mundo que estaba esperando de nosotros, y aunque no ejercía como maestra en ese momento, conocía esa realidad. Fue muy importante el aporte de los docentes con las experiencias que escribían en los pizarrones, la realidad que se vivía. Salí de allí con una luz encendida en el pecho, un llamado al compromiso.

A 50 años de las Ligas Agrarias. Grita lo que sientes.

La principal línea de formación fueron los “Cursos de Despertar”, espacios para campesinos, en su mayoría jóvenes. Aunque no teníamos todavía seguridad acerca de la organización de esos cursos, y ante la gran inquietud del obispo dada la necesidad de la población rural, organizamos un “Curso de Despertar”. Con muchas falencias en la organización, pero tuvimos una gran respuesta, sobre todo de los jóvenes, desde 15 años y menores que deseaban participar. Allí tuvimos la asistencia de dirigentes nacionales y regionales. “Tudy” Noceti y Eduardo Sartor aportaron claridad acerca de lo que estábamos buscando con ellos. Todavía estábamos con la pregunta sobre la mesa: ¿Qué es el Movimiento Rural?

Así comenzamos el desarrollo de los Grupos Rurales en las parroquias y escuelas rurales, donde el vecindario se reunía para tratar los problemas y reflexionar sobre la actitud cristiana frente a la situación que vivían. Era el año 1965, la pobreza castigaba a todos los campesinos, minifundistas y empleados, la mayoría en las estancias, que en general eran espacios de explotación y humillación de hombres, mujeres y niños.

Los ejes fundamentales de los cursos eran la reflexión y la toma de conciencia de las realidades de los participantes. También las causas y consecuencias de la situación vivida por las personas y la comunidad. Otro eje era el trabajo en equipo, en el que aportaban todos, la expresión de sus deseos, sus problemas, sus necesidades. El método empleado era el Ver-Juzgar-Actuar.

Era el momento en que se ponían los problemas y noticias sobre la mesa. Entonces surgió la necesidad de encarar en profundidad los temas fundamentales, para poder ir haciendo todos un camino de formación más amplio. Comenzamos por hacer una definición de los problemas importantes que debíamos afrontar en nuestro desarrollo como personas humanas, como cristianos, como miembros de una comunidad.

Aparece el “Tema del año”. Recogíamos esos temas en los grupos, nos reuníamos en el orden regional, y luego se terminaba de sintetizar en el orden nacional, donde se preparaba el material y las preguntas para la reflexión en los Grupos Rurales.

Todos aportaban al conocimiento de la realidad. Los temas fueron Trabajo-Familia-Recreación.

La actividad del Movimiento Rural en la diócesis de Goya, a partir de los años 1964-1965, fue protagonizada por los pequeños productores de tabaco a quienes se estafaba cruelmente a la hora de la entrega de la cosecha y la pobreza era gravísima. Los sucesivos extensionistas, Miguel Tomasella, Pedro Franco y Antonio López recogían los datos de esa realidad. El obispo organizaba reuniones donde citaba a empresarios, autoridades bancarias y campesinado. Allí los pequeños productores se jugaban enteros, gritaban la injusticia, ya que en algunos casos se le quitaba parte de la tierra por las deudas en el almacén.

Y ese fue un momento de confrontación entre el obispo Devoto y la oligarquía, dado que eran autorizados y respaldados por su presencia. Así la derecha comenzó una propaganda en contra del “obispo comunista” y al mismo tiempo éramos controlados todos los militantes de la diócesis, sospechados de “comunismo”.

En la primera etapa del Movimiento Rural en Goya surgieron los primeros militantes rurales: Isabel y Valeriano Ocampo, Ana Olivo, Antonio Olivo, Pedro Pablo Romero, Elvira López, Martin Ponce, Isaac Coronel, Diego Báez y su gran familia, los hermanos Masuchini, Señori, Elvio Graciano, Damián López, Nélida Zoilo, Héctor Sandoval y Rosa Rojas.

En el sector maestros teníamos la colaboración de Cheppi Zolyomi de Corrientes capital, realizamos un curso en el que participaron docentes de Reconquista, Chaco y Formosa. En Goya, Magna y Leonor Vargas, Teresita Blanco, Rosario Obregon, Chicha Ojeda, Norma Martinez, Marta Arriola, Ester Escobar, Delicia y Gladys González, Victoria Benitez, Salvadora Barboza, Ester Fernandez, Beatriz Fernandez.

Los años '70 fueron marcados por la aparición de las Ligas Agrarias en la provincia de Chaco y Formosa, y luego Misiones y Goya. Fueron una explosión de fuerza, ingenio y coraje. Las Ligas de Chaco y Formosa tuvieron un desarrollo que prometía cambiar la faz provincial por su gran lucha y avance en la industrialización de sus productos.

En los años 1969-1970 fui enviada por el Mijar (Movimiento Internacional de Juventudes Agrarias Rurales Católicas) a El Salvador y Guatemala, países de América Central donde la población rural estaba algo detenida en el culto y las procesiones. Fuimos con el criterio de convocar al trabajo que veníamos realizando en nuestro país.

El Salvador era un hormiguero humano en una superficie de 20.950 kilómetros cuadrados. En el campo, la mitad de la población era analfabeta. Allí trabajé con un gran compañero, el padre Bernardo Boulang en la parroquia de Cojutepeque. Las reuniones se hacían siempre antes “del agua” ya que a las dos de la tarde comenzaban las lluvias torrenciales. Preparábamos cuestionarios para esas reuniones. Un día hablamos de la alimentación, preguntamos “¿cuántas veces comen carne en la semana?” y la respuesta fue la risa de ellos, “carne cada dos meses o más”. El obispo Monseñor Arnulfo Romero, que tenía una actitud abierta a nuestras propuestas, nos recibía y ayudaba. Era quien sostenía ese trabajo. En 1980 fue asesinado en medio de la gran persecución del ejército salvadoreño.

En Guatemala trabajé en la diócesis de Quetzaltenango, en zona de montaña donde casi la totalidad de la población eran comunidades originarias, pequeñas aldeas donde la ropa, la lengua y hasta las costumbres eran diferentes unas de otras. Y permanecen igual, con sus valores, cerrados por evitar la invasión del blanco. Sin embargo, estaban muy apegados a los ejercicios religiosos como las procesiones que eran muy seguidas. Casi todo el equipo, el obispo y sacerdotes, eran españoles. Esto me ayudó mucho en la comprensión. Viví en casa de las mujeres españolas que venían a secundar al obispo.

En la zona de costa del Pacífico trabajé con el padre Díaz, parroquia de Sibaná, que me explicaba cómo habían ido a la guerra y habían muerto 30.000 hombres “para salvar a Guatemala del comunismo”. Era el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, alguien que pretendió cambiar la realidad sufriente.

Logramos hacer una adaptación del Tema de Año con los jóvenes, aunque siempre estaban presentes los adultos en las reuniones. Nadie percibía entonces la tragedia que sufrirían esas comunidades en los años venideros, cuando el Imperio masacró pueblos enteros, ante el interés de la tierra. Mucha gente se salvó huyendo a México, perdiendo a los ancianos, sus bienes, algo que debe la historia a ese pueblo.

Regresé a la Argentina en 1970. La persecución política a las Ligas Agrarias se agudizó ante la organización y la protesta del campesinado. Tras la persecución, muerte y desaparición de muchos de sus dirigentes, todo fue destruido, desde el trabajo de organización de las cooperativas para procesar el algodón a la gran convocatoria social para el desarrollo.

Toda la región noreste fue atravesada por la mano criminal de las dictaduras que se llevaron la vida de tantos compañeros. Comenzó la persecución a los miembros del Movimiento, en toda la Argentina. Y nuestros compañeros comprometidos a lo largo del país fueron siendo asesinados u obligados a exiliarse de la peor manera posible.

En Corrientes: Tonito Olivo, Pantaleón Romero, Delicia González, Eduardo Gómez Estigarribia. En otros puntos del país otros compañeros como Ricardo Nadalich, Tonito Díaz, Rosita Quinteros, Carlos Orianski, Carlitos Píccoli, Armando Molina, Pedro Peczak, Jose Sartor.

El Movimiento Rural tuvo un papel transformador en nuestras vidas, abrió las puertas a la libertad espiritual de tantas personas que de otra manera no hubiéramos podido volar, ayudó a ir reconociendo otros caminos que los que teníamos debajo de los pies, reconociendo las propias capacidades y lo sufrido. Nos lleva a ser más personas en la causa de la libertad.

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