Incendios, sequías e inundaciones. Plagas y amenazas biológicas emergentes como la pandemia de Covid-19. El impacto de los desastres y las crisis en la agricultura y la seguridad alimentaria es el nombre del reciente informe de la FAO en el que señala que “la incidencia anual de catástrofes triplica con creces la registrada en las décadas de 1970 y 1980”. El documento mide, por primera vez, las pérdidas de producción agrícola y ganadera para los países de ingresos medios y bajos en aporte calórico y arrojó que, entre 2008 y 2018, se perdió el equivalente calórico necesario para cubrir las necesidades de siete millones de adultos cada año. América Latino fue la región más perjudicada con una pérdida del 40 por ciento de la ración nutricional base cada día.
El organismo convocó a los Estados a pensar en soluciones sistémicas que contemplen las amenazas provocadas por el ser humano y busquen comprender integralmente la relación con la naturaleza, aunque reivindicó los sistemas de “robótica orientada a las catástrofes” como una herramienta potente de soluciones.
“Nunca antes en la historia los sistemas agroalimentarios se habían enfrentado a semejante variedad de amenazas nuevas y sin precedentes”, sostiene la FAO en el contexto de los desastres naturales producto del cambio climático y el agotamiento por el modelo de producción y subraya que los efectos negativos cuestan vidas, devastan medios de vida agrícolas y tienen consecuencias negativas en cadena en los hogares, las comunidades y a nivel nacional y regional que pueden durar generaciones, sobre todo en los países de ingresos bajos y medianos.
El informe —que analiza 457 catástrofes ocurridas en 109 países de todas las regiones y categorías de ingresos— cifró en 108.000 millones de dólares las pérdidas para los sectores agrícolas de las economías de los países en desarrollo por las catástrofes naturales ocurridas entre 2008 y 2018 y resalta que “pueden ser especialmente perjudiciales para los medios de vida de los pequeños agricultores y los agricultores de subsistencia, los ganaderos y los pescadores”.
En cuanto al impacto que los desastres naturales tuvieron en cada continente, el informe precisa que Asia fue la región más afectada con pérdidas por 49.000 millones de dólares, seguida por África (30.000 millones) y América Latina y el Caribe (29.000 millones). “La perturbación provocada por la Covid-19 puede empujar a un mayor número de familias y comunidades a situaciones de mayor dificultad”, agregó el director general de la FAO, Qu Dongyu, en el prólogo del informe.
El informe de la FAO incorpora las pérdidas en valor nutricional
El documento precisa que el 34 por ciento de las pérdidas en producción agrícola y ganadera en los países de ingresos bajos y medianos estuvieron dadas por efecto de las sequías, que implicó un costo total de 37.000 millones de dólares, y afectó mayormente a la agricultura en comparación a otros sectores de la economía, con el 82 por ciento del volumen total de pérdidas. Dentro del periodo 2008 y 2018, la FAO señala que los desastres biológicos —plagas, enfermedades e infecciones— causaron el 9 por ciento de las pérdidas totales de producción agrícola y ganadera.
En este punto, el informe destaca la invasión de langostas del desierto, que devastaron el Gran Cuerno de África, la Península Arábiga y Asia sudoccidental en 2020, y el impacto del Covid-19 sobre “los riesgos sistémicos existentes, lo cual repercute en cadena en las vidas de las personas, los medios de vida y las economías de todo el mundo”.
Además de medir las pérdidas en dólares, la FAO evaluó el impacto de los desastres naturales y biológicos en equivalentes calóricos y nutricionales para medir cómo repercutió en la seguridad alimentaria y nutrición. En la década analizada, los países de bajos y medianos ingresos perdieron 6,9 billones de calorías al año en producción agrícola y ganadera, el equivalente para alimentar a siete millones de adultos cada año.
Según el reporte, en América Latina y el Caribe, las repercusiones de las catástrofes durante ese mismo período equivalieron a una pérdida de 975 calorías per cápita al día, lo cual supone el 40 por ciento de la cantidad diaria recomendada, seguida de África (559 calorías) y Asia (283 calorías).
Frente a este escenario, el informe de la FAO recomendó a los Estados que adopten un enfoque de gestión de riesgos sistémicos que tenga en cuenta múltiples peligros y a múltiples sectores para que las estrategias integren no solo los riesgos naturales, sino también las amenazas provocadas por el ser humano y las amenazas biológicas, como la pandemia de la Covid-19, que deben basarse en una comprensión de la naturaleza sistémica y las interdependencias de los riesgos.
De todas maneras, el organismo resaltó como “potentes herramientas nuevas de evaluación” a las innovaciones como la teledetección, la recopilación de información geoespacial, los drones y la robótica orientada a las catástrofes. Y llamó a “promover las asociaciones entre los sectores público y privado para abordar la necesidad urgente de invertir en la reducción de la susceptibilidad de la agricultura a las catástrofes y el cambio climático”.