Por Amigos de la Tierra y Tierra Viva
Para poner fin a la crisis climática es indispensable, entre otras medidas, dejar de quemar combustibles fósiles: pero no se resuelve el problema con ideas fantasiosas, sólo se consigue con acciones inmediatas y un cambio de paradigma. Sin embargo, las empresas trasnacionales y los gobiernos se están escondiendo detrás del “cero neto” de carbono: afirman que simplemente tienen que pagarles a otros (lo que compran es un bono) para que remuevan “su” carbono a través del sistema de compensación de emisiones en lugar de emprender acciones por sí mismos.
Pero este esquema oculta mucho y revela poco. Poner el foco de atención solamente en los flujos de carbono -emitido y removido- y encubre el carácter acumulativo del dióxido de carbono. El dióxido de carbono (CO2) permanece en la atmósfera durante cientos o miles de años, y por eso cualquier desequilibrio entre las emisiones que se agregan y las que se remueven es un monto que se suma a las concentraciones atmosféricas.
Haciendo cuentas
El concepto básico de la reducción de emisiones a “cero neto” se puede plasmar en una ecuación simple: las emisiones de gases de efecto invernadero menos las remociones de esas mismas emisiones se neutralizan o equilibran y, entonces, suman cero. Para llegar a esa cifra las emisiones durante un período de tiempo no pueden ser superiores a la cantidad de dióxido de carbono que se puede remover de la atmósfera durante ese mismo lapso.
Si podemos o no llegar a cero no es lo único que importa en términos de las implicaciones de esta ecuación. Tanto cien menos cien como diez menos diez dan cero. El primer componente del cálculo es obviamente más importante que el segundo. Sin dudas sería más fácil remover diez unidades de dióxido de carbono de la atmósfera que cien, por lo que limitar en primer lugar el nivel total de las emisiones es claramente crucial para lograr llegar con éxito a cero.
La punta del ovillo
El informe, “En busca de unicornios de carbono: el engaño de los mercados de carbono y la reducción de emisiones a cero neto” desentraña los argumentos científicos de la teoría del “cero neto” y cómo se los usa para encubrir la falta de acción respecto al clima. Examina las nuevas estrategias para expandir los mercados de compensación de carbono, y explica el papel de los diversos actores involucrados para que “la compensación de emisiones vuelva a ser grandiosa”.
Entre ellos hay actores menos evidentes tales como algunas de las grandes organizaciones conservacionistas, y también los más evidentes: los bancos, la industria financiera y los intereses empresariales que defienden mantener el statu quo de la producción y el consumo de combustibles fósiles.
El “cero neto” significa que las empresas pueden seguir explorando, perforando, extrayendo y quemando combustibles fósiles, mientras que “otros”, en otros lugares, deben absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y así, "mágicamente", se compensan las emisiones. ¿Pero las tierras de quiénes, los bosques de quiénes se usarán para absorber ese carbono? Cualquier futuro con combustibles fósiles requiere unicornios de carbono. O distracciones.
“Cero neto” resulta, entonces, una cortina de humo, un concepto convenientemente inventado. Es un “cero falso” que recurre a la compensación de emisiones, cuando debiera apostar a una reducción real. Las estrategias a “cero real”, exigen que las emisiones lleguen realmente a cero, o tan cerca a cero como sea posible.
Estrategias empresariales deliberadas:
- Distraer la atención de la necesidad urgente e innegable de eliminar las emisiones de combustibles fósiles.
- Encubrir la responsabilidad de las grandes empresas y las élites por sus emisiones de carbono, así como la responsabilidad de los gobiernos de regularlas.
- Profundizar la financiarización de la naturaleza, reduciendo a carbono comercializable la increíble diversidad de los bosques, pastizales y humedales de nuestro planeta y desencadenando una nueva y masiva apropiación de recursos de los pueblos indígenas, campesinos y comunidades locales, principalmente en el Sur global.
A modo de ejemplo
Basta con echar un vistazo al sitio web de la petrolera Shell sobre soluciones basadas en la naturaleza para entender la estrategia de la empresa. Shell tiene claramente la intención de continuar explorando, extrayendo y vendiendo combustibles fósiles. Enfoca la atención en su programa de "compensación forestal" de emisiones por cada litro de nafta que vende a los consumidores, desvía la atención de su propósito de continuar lucrando con los combustibles fósiles.
Ellos “seducen” con sus fotos de bosques y el compromiso de apoyar la preservación de ecosistemas biodiversos como la Cordillera Azul en Perú, y divulgan estas historias junto a su promesa de lograr “cero emisiones netas” en sus instalaciones y operaciones. Pero omiten convenientemente cualquier compromiso de reducir la exploración, producción o comercialización de combustibles fósiles.
Recalculando
Se estima que la superficie de tierra necesaria para capturar tan sólo dos gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (CO2) mediante la restauración de ecosistemas es de 678 millones de hectáreas, aproximadamente el doble de la superficie de la India. De intentarse algo semejante, se acrecientan los riesgos de las comunidades del Sur global, que ya enfrentan grandes acaparamientos de tierras y recursos, la pérdida de medios de sustento y violaciones de sus derechos territoriales.
Las metas de reducción de emisiones a “cero neto” deben transformarse en metas de reducción a “cero real”, e incluir la eliminación progresiva y total de los combustibles fósiles y la agricultura industrial, sin dejar de lado la equidad y los derechos de las comunidades, cuyos medios de sustento dependen de estos ecosistemas.
Publicado originalmente en: Amigos de la tierra.
Título original: En busca de unicornios de carbono: el engaño de los mercados de carbono y la reducción de emisiones a “Cero Neto”.
Edición: TierraViva