La Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA) elaboró un mecanismo, conocido como Sistema Participativo de Garantías (SPG), para acreditar la característica agroecológica de los alimentos. La entidad, conformada por organizaciones campesinas de distintos puntos geográficos del país, unificó criterios para establecer una certificación común que permita a los productores diferenciar sus alimentos en la venta y, a los consumidores, poder comprarlos conociendo sus cualidades. El mecanismo también contará con una certificación del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF) del INTA. “El objetivo es que el consumidor pueda optar y sepa por qué elige un producto”, sintetiza Celia Mayorga, del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra.
El SPG consta de un manual en el que se describen las características que deben tener los alimentos para ser considerados agroecológicos. Por ejemplo, haber sido elaborados con insumos agrícolas naturales, cuidando la tierra y el ambiente y bajo condiciones dignas de trabajo. Además, cuenta con un cuestionario que deben responder los productores que quieran obtener la certificación y dos comisiones —una local y otra nacional— de evaluación, conformadas por técnicos campesinos y veedores externos. El sistema comenzará a implementarse en esta temporada de primavera verano, en todas las provincias donde tienen bases las organizaciones de la Mesa Agroalimentaria.
Para identificar los productos agroecológicos se utilizará una tarjeta verde y, para aquellos productores que aún estén en transición, habrá una tarjeta amarilla. A su vez, estos últimos tendrán establecidos ciertos plazos para hacer cambios dentro de su producción: la sustitución de agroquímicos por bioinsumos, el control biológico de plagas, la utilización de corredores biológicos o de cortinas forestales. Y también otros aspectos, centrales para la agroecología, como las condiciones de trabajo de los agricultores, cómo se lleva el productor con su comunidad y si existe o no maltrato hacia las personas que trabajan en el establecimiento. El tiempo que lleva cada certificación es el que demanden las visitas de los técnicos a cada establecimiento productivo. Este protocolo está destinado a los productores de las organizaciones que integran la Mesa Agroalimentaria. Para iniciar el proceso, la persona interesada deberá contactarse con la o el referente de su organización.
Más allá de la certificación
La investigadora Rosa Fernández, en su trabajo "Los sistemas participativos de garantía en Argentina", detalla que los mecanismos de certificación por terceras partes suelen resultar costosos, complicados, aumentan la dependencia externa, elevan el precio de venta, evalúan productos y no consideran todos los principios de la agroecología. "Esta forma de certificación ocasiona que productoras y productores auténticamente agroecológicos queden excluidos de la posibilidad de diferenciar la calidad de sus productos", detalla.
A nivel nacional, la certificación se orienta a la producción orgánica. Agustín Suárez, de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT), precisa: "La certificación por sí sola simplemente tiene como objetivo dar cuenta de que un proceso es orgánico, y eso lo hace una empresa que cobra por ese trabajo. El proceso del SPG tiene esos otros componentes, con lo productivo, lo técnico-tecnológico, la discusión política del modelo de producción y las condiciones de trabajo de las familias agricultoras".
Hoy existen en Argentina cuatro certificadoras privadas (Argencert, Food Safety, Letis y OIA (Organización Internacional Agropecuaria). En el caso del SPG impulsado por la MMA, el trabajo de certificación se realizará de forma gratuita.
La Mesa Agroalimentaria Argentina está integrada por la UTT, el MNCI Somos Tierra, la Federación de Cooperativas Federadas, la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar y Bases Federadas. Este nuevo sistema, que se pondrá en marcha en los próximos días, recoge experiencias realizadas desde el territorio con familias productoras y técnicos campesinos que, desde hace años, socializan saberes para producir bioinsumos, reemplazar los agrotóxicos y acompañar la transición desde la producción convencional a la agroecología.
El SPG beneficia a los consumidores, pero también a los productores ya que les permite valorizar su producción. “La agroecología requiere mucho trabajo físico. En el caso de la producción convencional es mucho más fácil, porque todo se resuelve agregando químicos, usando intensivamente los agrotóxicos y las maquinarias. Pero la producción campesina opta por no hacer ese uso para cuidar el ambiente. Entonces se genera una deslealtad en la comercialización”, puntualiza Suárez.
"Estamos trabajando con el ambiente, con nuestros vecinos, con nuestra tierra y con nuestros recursos naturales. No queremos llenarnos los bolsillos de plata, sino ser conscientes a la hora de entregar un alimento", afirma Mayorga.
De lo local a lo nacional
"El SPG tiene un perfil local, pero también un componente nacional. A través del protocolo se busca tener en cuenta las diversas características productivas en las distintas regiones del país", señala Suárez.
Uno de los desafíos fue, precisamente, armar un protocolo que sirva para todos los contextos productivos. Para eso se hicieron varias reuniones y se fue desglosando cada elemento para llegar a un acuerdo, teniendo en cuenta todas las problemáticas de cada producción. "Por ejemplo, en el cordón hortícola de La Plata hay mucha materia orgánica y se pueden usar diferentes métodos. No es lo mismo que trabajar en Mendoza, donde tenemos suelo árido. En Mendoza y San Juan dependemos de los riegos, entonces trabajamos con la sociedad para que no echen basura dentro de los cauces. No es lo mismo en Córdoba, donde llueve más", explica Mayorga.
Otro aspecto a tener en cuenta fue la tenencia de la tierra. Al momento de certificar, entran en juego aspectos como el estado del suelo, qué malezas tiene, cómo va a ser el manejo de los cultivos o qué tipo de producción hubo antes. Esto significa una complicación si la tierra es alquilada; es decir, si las posibilidades de trabajarla son temporarias.
Si bien hubo otras experiencias de SPG en Argentina, Suárez concluye: "En este caso buscamos repensar el mecanismo desde los territorios, dándole el protagonismo a técnicos campesinos organizados".