Naciones Unidas declaró al 2021 como el Año Internacional de las Frutas y Verduras. De esta manera, se busca destacar la contribución de las frutas y verduras a la seguridad alimentaria, la nutrición, la biodiversidad y el desarrollo de la agricultura familiar.
La declaración implica financiamiento y apunta a mejorar las circuitos de producción y consumo para evitar el desperdicio de estos alimentos, que alcanza el 50% en los países en desarrollo. En este marco, la ONU exhorta a los Estados Miembro a adoptar "medidas eficaces" para "ayudar a integrar a los pequeños productores en las cadenas mundiales de producción, valor y suministro, en beneficio de la producción y el consumo sostenibles".
Además, el organismo internacional manifestó su preocupación "por los elevados niveles de pérdidas y desperdicio que se registran en las cadenas de suministro y valor de las frutas y verduras y por los efectos económicos, ambientales y sociales negativos de tales pérdidas y desperdicio". Al respecto, también conmina a reforzar "la creación de capacidad de los países en desarrollo para adoptar enfoques y tecnologías innovadores a fin de combatir las pérdidas y el desperdicio de frutas y verduras".
El Año Internacional de la Frutas y Verduras es declarado en el marco del Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición (2016 - 2025), y de cara a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Contra el desperdicio de alimentos
Según datos provistos por la ONU, hasta un 50 % de las frutas y hortalizas producidas en los países en desarrollo se pierde a lo largo de la cadena de suministro, desde la cosecha hasta el consumo. "Para producir una naranja pueden ser necesarios hasta 50 litros de agua", indican.
"Las pérdidas de frutas y hortalizas representan un despilfarro de recursos crecientemente escasos como el suelo y el agua".
Las frutas y verduras son productos altamente perecederos, y esto puede originar altos niveles de pérdida y desperdicio de alimentos en cada paso de la cadena de valor, comenzando en las explotaciones agrícolas. Cantidades considerables de frutas y hortalizas perfectamente aptas para el consumo se desperdician a lo largo del sistema alimentario debido a irregularidades estéticas o físicas.
Por este motivo, uno de los principales objetivos del Año Internacional de las Frutas y Verduras es reducir la pérdida y el desperdicio en los sistemas alimentarios de las frutas y verduras. Para esto, se busca generar una mayor sostenibilidad en el almacenamiento, transporte, comercio, procesamiento, transformación, venta minorista, reducción del desperdicio y reciclaje, así como en las interacciones entre estos procesos.
Además, la intención es incorporar a los pequeños agricultores, en especial los agricultores familiares, en las cadenas de producción, suministro y valor locales, regionales y mundiales en aras de la producción y el consumo sostenibles de frutas y verduras.
Dado que muchas frutas y verduras se consumen crudas o sin cocer, también pueden plantear un riesgo de enfermedades de transmisión alimentaria relacionadas con la contaminación de patógenos y riesgos para la inocuidad alimentaria debido a la contaminación química. La inversión en la cadena de frío, la investigación y desarrollo y la innovación digital pueden ayudar a mejorar sustancialmente el sector.
Comer frutas y verduras hace bien
Las frutas y hortalizas son buenas fuentes de fibra dietética, vitaminas y minerales (por ejemplo, de ácido fólico, vitaminas A y C, potasio) y sustancias fitoquímicas beneficiosas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir por lo menos 400 gramos diarios o cinco porciones por día para obtener sus beneficios para la salud y nutricionales.
Como parte de una dieta saludable, las frutas y hortalizas pueden ayudar a reducir los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad, inflamaciones crónicas, hipertensión y colesterol alto.
Sin embargo, la escasa disponibilidad, debido a los problemas de producción (así como la intensidad de la mano de obra), transporte y comercio, y los altos precios de los productos de calidad hacen que las frutas y verduras sean inaccesibles para muchas personas, especialmente en los países en desarrollo.
En 2017, 3,9 millones de muertes en todo el mundo se atribuyeron a la falta de consumo de frutas y verduras en cantidades suficientes (OMS, 2019). Se estima que la ingesta insuficiente de frutas y verduras es la causa de alrededor del 14% de las muertes por cáncer gastrointestinal en todo el mundo, del 11% de las muertes por cardiopatías isquémicas y del 9% de las muertes por accidentes cerebrovasculares (Afshin et al., 2019).
El rol de las mujeres y de las familias productoras
Son las familias productoras quienes satisfacen las necesidades de frutas y verduras de los mercados masivos de la mayoría de los países en desarrollo. Las mujeres producen gran parte de los productos frescos del mundo, y habitualmente son responsables de la cosecha, la comercialización y el procesamiento. Como consumidoras, a menudo también eligen qué artículos comprar y cómo cocinarlos.
No obstante -admite la ONU- ellas se enfrentan a desventajas en todas las etapas de la cadena: como productoras en su capacidad para acceder a la tierra, los insumos y el asesoramiento, como empresarias en la obtención de financiación para desarrollar sus negocios, como trabajadoras en lo que respecta al pago.
La gran diversidad de frutas y hortalizas ofrece opciones que se adaptan a diferentes sistemas de producción y mercados. La producción de frutas y hortalizas de alto valor puede ser rentable, en comparación con otros cultivos, con cantidades reducidas de tierra, agua y nutrientes. Por este motivo, en 2021 se buscará promover el consumo y mejorar los circuitos de producción y consumo de estos alimentos.
La ONU asegura que la pandemia ha demostrado la importancia de las cadenas de valor cortas e inclusivas, en particular en el caso de las frutas y hortalizas, como forma de proporcionar mejores oportunidades comerciales a los agricultores familiares en zonas urbanas y periurbanas.