Por Facundo Sinatra Soukoyan
Saliendo hacia el norte de la ciudad de Salta, luego de recorrer unos 10 kilómetros, se ingresa a la localidad de Vaqueros, un poblado perteneciente al departamento de La Caldera, rodeado de ríos en un entorno de yungas nativas que impactan por su verdor.
Hace más de 10 años Vaqueros comenzó a vivenciar un proceso de transformación con la llegada de diferentes migrantes que, desde distintos puntos del país, arribaban en busca de una vida en conexión con la naturaleza y persiguiendo el buen vivir. Estas inquietudes, sumadas a los saberes ancestrales que habitan el territorio, fueron la argamasa de un proyecto que con el tiempo pudo florecer: El Mercado Vaquereño.
Ubicado sobre la ruta 9 camino a Jujuy, desde hace siete años todos los sábados se dan cita diferentes productores locales. Con una organización horizontal donde todos son parte de las decisiones, el Mercado se propone fomentar el intercambio local siguiendo los lineamientos del comercio justo, siendo el productor quien elabora el precio de los bienes y servicios que se ofrecen.
Comercio justo y sin agrotóxicos
“Otra de las características de este mercado es que nosotros estamos ofreciendo productos sin agrotóxicos. En Salta no estaba muy instalada la necesidad, ni la oferta de un producto de este tipo”, dice Olga Lubel, que pertenece al grupo fundacional y llega todos los sábados con quesos de cabra, miel, verduras, plantas medicinales y dulces.
El tiempo transcurrió y la noticia del Mercado Vaquereño se regó de boca en boca. Así otros productores se acercaron. Fue el caso de Pedro Ramos, que cada semana llega con huevos, pollos y quesos de cabra.
“Uno de a poco va haciendo sus clientes, que después te están esperando. Comenzamos a planificar nuestra producción, nuestras vidas, para llegar con productos al mercado. El trato con el cliente es muy especial, la gente te enseña, te muestra caminos y uno va eligiendo. Existe una magia en el trato, estás comprando y estás hablando con el que ha producido ese alimento”.
El Mercado busca fortalecer el lazo directo entre productor y comprador, haciendo énfasis en no permitir la reventa de productos, una situación que no solo daña la relación que se pretende construir, sino que también eleva innecesariamente los precios agrandando la cadena de comercialización.
Carmen Cornejo es artesana y también forma parte del grupo inicial del Mercado: “La idea es fomentar que la gente recupere los oficios y pueda vivir de lo que sabe hacer. No solamente la artesanía, sino todos los oficios. Muchas veces la gente se olvida que todos tenemos dones, habilidades, capacidades”. Bajo esta iniciativa se llegó a convocar costureras, zapateros, bicicleteros.
Afuera de la cancha
El grupo inicial del Mercado convocó a diferentes sectores para sumarse a la iniciativa. Durante los primeros 5 años funcionó en lo que se conoce como “La canchita de Pérez”, un espacio amplio que generaba lazos comunitarios en el encuentro. A esto se le sumaban actividades culturales de todo tipo, micrófono abierto, danza y música.
Si bien al comienzo se trabajó junto al intendente Daniel Moreno, convocándolo a trabajar en conjunto, luego llegaron diferencias relacionadas a las miradas sobre el comercio, así como intereses económicos que debilitaron la relación.
“Cuando estábamos en la canchita de Pérez se daba un intercambio social. El sábado era el día de la familia, de la cultura, de la venta y, por supuesto, del intercambio entre los grupos de personas”, cuenta Pedro. Pero Olga describe la situación actual: “Lamentablemente no contamos con el apoyo oficial y ahora estamos en la vereda, atrás de la canchita. El intendente organizó un torneo de fútbol emparejándolo con la feria para que no se pueda usar la cancha. Todo esto va a contramano de lo que está haciendo el planeta, que es generar propuestas locales”.
Resisitir y reinventarse
Hoy el Mercado Vaquereño se desarrolla en la vereda del predio que antes ocupaba. Aquel espacio que generaba un espíritu comunitario y funcionaba como el corazón, quedó atrás. Sin embargo el proyecto sigue en pie y reinventándose, inclusive luego de haber sorteado la complejidad social y económica que trajo aparejada la pandemia del Covid- 19.
“Estamos resistiendo”, dice Carmen mientras acomoda sus artesanías.
“A partir de nuestra experiencia se están abriendo otras ferias muy similares en otros lugares de la provincia”.
Con la convicción basada en los más de 20 años de productora, y como fundadora de la propuesta, Olga comenta: “Sabemos lo importante que es generar proyectos con ‘huella de carbono 0’. Eso quiere decir que tanto los productos como las personas que se acercan, recorren la menor distancia posible”, una tendencia mundial creciente basada en el agotamiento planetario relacionado a las emanaciones de gases entre otros factores.
“En el Mercado hay un intercambio, y es muy distinto a lo que ocurre en un supermercado. En esos lugares no hay intercambio. Yo creo que las relaciones humanas van a prevalecer por más que las tecnologías avancen, las redes sociales y todo lo que vos quieras”, dice Pedro con la convicción de saber cual es el camino a recorrer.
Es una certeza que el Mercado Vaquereño llegó para quedarse, mostrando que las propuestas de comercio local generan un círculo virtuoso entre productores, vecinos e inclusive fomenta el turismo que llega en búsqueda de propuestas no estandarizadas.