De lejos el agua se ve quieta. De cerca, el maíz no crece.
En el invierno de 2008, en un capítulo más en 50 años de vaivenes, se determinó que el valle donde confluyen el río Agrio y el río Neuquén será transformado en un espejo de agua de 20.600 hectáreas.
En los planos del nuevo pueblo, la tinta ya secó el futuro de este valle.
El maíz blanco de Quili Malal lleva casi un siglo como tal. En Zapala y más allá lo comían por tierno, por blando y por sabroso. Más allá de este paraje, si crece, no supera la altura de un chivito.
En el nuevo Quili Malal que brilla en la represión gráfica de los contratistas, mientras nadie sabe si se dará el marlo. Sus semillas forman parte de un ecosistema difícil de repetir en otra latitud. Tan irrepetible como el bajorrelieve del neolítico (período que comenzó entre el 6000 a.C y el 4,000 a.C), momento de la historia humana en el que apareció y se generalizó la agricultura y el pastoreo de animales. En la zona también están presentes los amonites (clase de molusco de la era jurásica) fosilizados que crujen al caminar.
El nuevo pueblo tiene nombre y firma. El viejo pueblo espera.
Fotos: Trabajo realizado por Teo Bonilla, Xavier Martín y Pablo Linietsky para Arena Documenta