Por Denali DeGraf
Desde Río Negro
Elías Garay Cañicol tenía 29 años y era parte de la recuperación territorial de la comunidad Quemquemtrew. Fue asesinado el 21 de noviembre de 2021 en Cuesta del Ternero (a 25 kilómetros de El Bolsón). El Tribunal de Bariloche condenó hoy por el crimen a Diego Alejandro Ravasio y a Martín Cruz Feilberg. A Ravasio, quien apretó el gatillo, lo declaran culpable de «homicidio y tentativa de homicidio», ambos agravados por el uso de arma de fuego. A Feilberg lo consideraron autor del hecho (sin su presencia no hubiera ocurrido), pero lo declararon culpable de «homicidio culposo» y «tentativa de homicidio culposo», lo cual indica la falta de intencionalidad. Romina Jones, integrante de la Lof Quemquemtrew, destacó: “Lo importante, y lo que creemos que sienta un precedente, es que hayan culpado a ambos. También es un precedente para el momento que estamos viviendo no solo Lof sino como Pueblo Mapuche”.
“Por una vez se ha creído realmente en la palabra de los testigos, que son gente de la comunidad mapuche. Si bien nada nos va a devolver a Elías, porque ni cinco ni diez ni veinte años pagan lo que hicieron, pero de alguna manera trae un poco de alivio”, señaló Jones.
La decisión del Tribunal —compuesto por los jueces Gregor Joos, Bernardo Campana y Marcos Burgos— fue unánime. Conocido el fallo, los abogados tienen cinco días para hacer presentaciones al respecto y, luego, los jueces determinarán la pena. En el juicio no se abordó la responsabilidad intelectual del homicidio, donde la comunidad indígena señala al empresario Rolando Rocco.
Crónica del juicio
Al inicio del juicio había una esperanza cautelosa de que la respuesta judicial fuera buena. Coincidencias del destino, o no, el aniversario del asesinato (21 de noviembre) cayó durante las audiencias judiciales para determinar la culpabilidad del homicidio. En la misma semana también se cumplieron cinco años del asesinato Rafael Nahuel, a quien la Prefectura Naval Argentina baleó por la espalda y donde los acusados caminan libres.
En contraposición, los imputados Martín Cruz Feilberg y Diego Alejandro Ravasio llegaron esposados a los tribunales de Bariloche y pasaron un año en prisión preventiva acusados del asesinato del joven mapuche.
Feilberg es empleado de Rolando Rocco, el empresario con una concesión forestal sobre 2500 hectáreas fiscales en Cuesta del Ternero. Rocco denunció a la comunidad originaria por usurpar “su” campo. A partir de esa denuncia, la policía allanó la comunidad y luego impidió todo tránsito por el único camino del paraje. No permitieron acercar alimentos ni abrigo a la comunidad, ni que entraran organismos de derechos humanos ni la prensa. En ese contexto sucedió el asesinato.
Durante las audiencias del juicio nadie desmintió que hayan estado presentes, el día del crimen, Feilberg y Ravasio. Y nadie negó que hayan portado un arma calibre 22 ni que la hayan disparado contra Elías Garay Cañicol y Gonzalo Cabrera.
El propio defensor de Feilberg, Ernesto Saavedra, detalló en la apertura del juicio: “Mi defendido ingresó a ese lugar porque era su lugar de trabajo, pero se encontró con gente de la comunidad. Sabemos que no son amigables; son encuentros de altos niveles de violencia. El disparo surgió del forcejeo. Mi defendido no supo hasta muchos días después que había un fallecido”.
Según el abogado Saavedra, quienes ingresaron armados a un territorio en conflicto no fueron los agresores sino las víctimas, mientras quienes permanecían donde vivían, sin armas, fueron los agresores. Según la defensa de los acusados, Feilberg y Ravasio fueron inocentemente a trabajar y se tuvieron que defender a los tiros.
Los testigos presenciales del hecho dijeron todo lo contrario. Gonzalo Cabrera también recibió balazos ese día, pero sobrevivió después de una complicada cirugía abdominal. Declaró ante el Tribunal: “Cuando vimos a esa gente, nos acercamos para ver qué hacían y enseguida uno me apunta el arma. Decían que andaban cazando liebres, pero con el arma apuntándome. Me acerqué y me dispararon dos veces. Ni bien sentí los disparos caí al piso. Y después lo veo al peñi Elías tirado. Y ellos salieron corriendo”. Alejandro Morales, quien estuvo presente pero salió ileso, relató la misma secuencia.
Abundaron testimonios policiales. Carlos Garmendia, jefe del Cuerpo de Investigación Policial, afirmó que en la planilla del retén policial de Cuesta del Ternero figura que ese día pasó el Fiat Duna rojo con Feilberg al volante. Fue el mismo auto que encontraron en la casa de Ravasio cuando lo detuvieron cinco días después, pero sin la chapa patente.
«Cagar a tiros a los mapuches»
Durante el juicio también se presentó el análisis de un teléfono Ravasio, con una conversación por Whatsapp en la que Ravasio le menciona a un teléfono de característica de Buenos Aires: “Acá tomaron el campo los maputruchos, así que les voy a meter plomo.” Fue el 26 de octubre, casi un mes antes del asesinato.
Pero las intenciones homicidas se remontan hasta el principio del conflicto por la tierra. Ezequiel Flores, policía de la Comisaría 12 de El Bolsón, afirmó que cuando Rolando Rocco radicó una denuncia contra la Lof Quemquemtrew por usurpación el 18 de septiembre, lo acompañó a la comisaría Martín Feilberg, quien se presentó como amigo y contratista de Rocco. Según el oficial Flores, quién estaba de turno y tomó la denuncia, Feilberg al irse le advirtió: “Si ustedes no dan respuesta, voy a contratar a tres monos y vamos a entrar a cagar a tiros a los mapuches”.
Los alegatos que pronunciaron los abogados de la comunidad fueron contundentes. Andrea Reile, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, resumió: “Ingresaron con intenciones de matar, ingresaron a cazar; sí, lo dijo la testigo Nadia Silvera, ‘entraron a cazar mapuches.’ Entraron con un permiso de la Policía, se registraron, los mismos policías lo reconocieron. A ellos no les requisaron el auto, al resto de las personas que querían llegar a la comunidad sí los requisaban el auto, para ver si llevaban comida o abrigo. Así estaba la comunidad Quemquemtrew, estaba sitiada, por dos retenes policiales. Pero los dos homicidas sí ingresaron, con un arma, con un permiso, ingresaron impunemente. Feilberg y Ravasio entraron con intenciones de matar, mataron y huyeron».
El otro querellante, Ezequiel Palavecino de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), profundizó en las responsabilidades: “La primera intervención que tuvo el Estado respecto a la comunidad, como dijo la Fiscalía, fue sitiarlos”. Señaló que en ese primer momento, hubo “intervenciones que habían sido rechazadas por organismos de derechos humanos para evitar que esa zona sea militarizada. ¿Por qué? Porque sabemos lo que pasa cuando se militariza una zona. Sabemos lo que pasó con Santiago Maldonado, sabemos lo que pasó con Rafael Nahuel, y ahora con Elías Garay. Cuando se sitia a una comunidad el resultado son muertes. Y esas muertes son siempre de las comunidades”.
La abogada Reile reclamó: “Lo único que venimos a pedir es que el Estado rionegrino por una vez les crea a los mapuche. Hoy ustedes tienen la posibilidad de que creamos en la Justicia. Hoy tienen la posibilidad de creerles a los mapuche cuando les dicen, ‘sufrimos violencia.’ Todo lo demás está demostrado, señor juez.”
Elías Garay Cañicol y el Lof Quemquemtrew
Paraje Cuesta del Ternero. 21 de noviembre 2022. A un año del asesinato de Elías Garay Cañicol hay reunión para recordarlo en Cuesta del Ternero. Murió en el territorio que reivindicaba la comunidad Lof Quemquemtrew desde septiembre, territorio que la policía de Río Negro mantenía sitiado hacía ya dos meses. Para recordar a Garay Cañicol se extienden pancartas coloridas: una con el nombre y la cara de Elías, y otra que reza “Lof Quemquemtrew resiste.” Hay abrazos sentidos, mate y pasta frola, memoria, rabia y tristeza. Toma la palabra Romina Jones, quien fue vocera principal de la comunidad en aquella época: «A pesar de que todavía tenemos mucha tristeza en nuestro corazón, tenemos mucha rabia, estamos intentando sacar nuestro newen, nuestra alegría. Porque es de esa manera que lo recordamos al lamuen, con mucha tranquilidad, de pocas palabras, pero muy consciente del lugar en el que estaba, del camino que el quería seguir, el camino mapuche».
Soraya Maicoño, actriz, cantora y referente mapuche en la zona, entona un canto improvisado en mapuzungún. Lágrimas no faltan; gritos tampoco. Corren olas de afafán y aullidos de “¡Elías presente!”. Van pasando cantautores por el micrófono. Luego suenan ñorquines y un kultrún; se baila el purrún para juntar fuerza. La danza circular levanta una nube de polvillo y los afafán rebotan entre montañas.
Cae el atardecer y mientras algunos empiezan a guardar las pancartas, sale la pelota a la cancha. En una de las últimas fotos que hay de Elías en vida se lo ve jugando fútbol con niños en el acampe solidario, en este lugar exacto. Rueda la pelota, se corre, se grita, se ríe. Se lo recuerda a Elías con rabia y tristeza sí, pero también con alegría, con la esperanza de que este gran esfuerzo, este enorme sacrificio de parte de tanta gente, pueda convertir este rincón del mundo en un lugar más justo, más vivible. Hace un año este playón estaba lleno de policías armados que disparaban balas de goma contra la gente que llegaba de luto por el asesinato. Hoy bailamos purrún y jugamos a la pelota, como lo hizo Elías Garay Cañicol, quién —de alguna forma— hoy también está presente.