8M en el campo: “Hoy gritamos unidas por el acceso a la tierra”
marzo 8, 2023
Sección: Agroecología
En el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, voces de agricultoras y campesinas de Tucumán, Misiones, Chubut, Mendoza y Buenos Aires. Ellas cultivan un nuevo modelo ambiental y alimentario. Un denominador común: la falta de acceso a la tierra, la construcción de caminos hacia los derechos que les faltan y la organización colectiva para hacerlos cumplir.
Foto: Subcoop

Por Mariángeles Guerrero

El Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras nació como una forma de visibilizar, hacia principios del siglo XX, las desigualdades existentes entre los obreros y las obreras al interior de las fábricas. Las feministas que impulsaban esa tarea de concientización entendían que no había emancipación posible para la clase trabajadora sin superar las discriminaciones con motivos de género. Con el correr de los años, el 8 de marzo se convirtió en una fecha clave del calendario feminista internacional.

Un siglo después, la crisis ambiental y alimentaria llama a poner la lupa sobre las mujeres que garantizan los alimentos que se venden en los mercados y que reproducen las prácticas necesarias para la soberanía alimentaria de los pueblos. Ellas son el 43 por ciento de la mano de obra agrícola mundial, pero no acceden a la tierra o a créditos que les permitan ejercer su autonomía y gozar de sus derechos.

Mujeres campesinas
Gisela Volá / Subcoop

"Luchamos porque no se duerman nuestros sueños"

¿Por qué son importantes las mujeres campesinas? Ante esta pregunta, Fernanda Sáez de Tucumán explica que es "por la sabia intuición y resiliencia". La palabra sabia se pronuncia como savia, el fluido que corre por las plantas, y en esa imagen la joven productora se refleja: "Somos como las llamadas malezas porque cubrimos la tierra en pie de resistencia". Desde Misiones, Miriam Zamudio —referenta de Productores Independientes de Puerto Piray (PIP-UTT)— sostiene: "Somos las que preparamos el pan de cada día para nuestros hijos y con ese corazón vamos sembrando, cosechando y pensando en la alimentación de las familias consumidoras".

Mariana Chávez, de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT), trae los ecos de la lucha a través del viento patagónico: "Somos mujeres de la tierra, trabajadoras del campo. Gestamos con nuestra vida el alimento, alimento-semilla, semilla-esperanza por nuestras hijas e hijos. Luchamos cada día por la igualdad de oportunidades y de derechos, por la dignidad, porque no se duerman nuestros sueños. Hoy gritamos unidas por el acceso a la tierra. Y exigimos que se cumplan nuestros derechos a la igualdad, a la educación y a la justicia". Desde Chubut, afirma: "Hoy más que nunca nos necesitamos: unidas y vivas nos queremos".

Celia Mayorga es agricultora en Mendoza y forma parte del Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra (MNCI-ST). En el marco del 8M reflexiona: "Trabajamos sobre la economía de las familias, rescatamos semillas y tratamos de darle valor a lo que hacemos aunque muchas veces no sea valorado. Trabajamos con la naturaleza y respetando el ambiente". Rescata, además, la conciencia "de mujeres y de madres que miramos con otros ojos la alimentación a través de lo que producimos".

La zona del conurbano bonaerense es la más poblada del país. Allí, bajo la lluvia o el calor agobiante de la sequía, varias mujeres arman los atados de acelga o lechuga que se consiguen en la verdulería. Entre sonrisas y mientras organiza un verdurazo en el Congreso por el 8 de marzo con sus compañeras, Liliana Subia dice con orgullo: "Somos las que producimos, las que sembramos y cosechamos para alimentar a nuestro pueblo". Su compañera Zulma Molloja agrega: "El tomate, el morrón, la miel, todo lo que se consume lo producimos con nuestras manos. Hacemos agroecología y cuidamos nuestra tierra como a nuestros cuerpos y territorios". Además del trabajo, ambas hacen —a través de la UTT— promoción en materia de derechos y ayudan a las compañeras que sufren violencia de género.

De la pregunta sobre la importancia de la labor de las campesinas se desprende otra, más urgente: ¿qué reclaman hoy estas trabajadoras? El acceso a la tierra llega en cada respuesta. Liliana lo resume: "Somos importantes pero todos hacen oídos sordos. Con el sudor de nuestra frente y sin descanso seguimos adelante y luchando para tener acceso a la tierra y a una vivienda digna. Basta de que los patrones nos echen de las quintas".

Mientras se leen estas líneas las mujeres de la tierra están cuidando una quinta o un gallinero. Hace años, vienen impulsando un proyecto de ley sobre acceso a la tierra para que ellas y sus familias puedan acceder a un crédito que les permita tener un terreno propio para trabajar. Pero esa propuesta permanece cerrada en algún cajón del Congreso. Las trabajadoras y también militantes por sus derechos esperan que esta vez no pierda estado parlamentario, como ya pasó en tres oportunidades, y que esta vez por fin sea ley.

Mujeres campesinas
Foto: Pedro Ramos

El 43% de la mano de obra agrícola del mundo

Según datos de las Naciones Unidas, las mujeres rurales significan la cuarta parte de la población mundial. Son las que, principalmente, producen el alimento que consumimos en campos y ciudades. Pero no solo labran la tierra para cultivar alimentos, sino que tienen un importante rol al recuperar saberes y prácticas ancestrales ante el avance de la agricultura industrial. Es el caso, por ejemplo, de las guardianas de semillas que año a año cuidan y conservan semillas nativas (de café, de maíz, de plantas frutales, entre otras) como una forma de construir soberanía alimentaria ante la homogeneización que propone el modelo actual.

Las mujeres constituyen el 43 por ciento de la mano de obra agrícola del mundo. Sin embargo se enfrentan a una significativa discriminación respecto a la propiedad de la tierra y del ganado, a la igualdad de remuneración, a la participación en entidades responsables de la toma de decisiones y el acceso al crédito y a los servicios financieros. Menos del 20 por ciento de los propietarios de tierras en el mundo son mujeres.

La ONU puntualiza que "pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor". En este marco de pobreza estructural por la falta de acceso a los recursos tampoco gozan de derechos humanos como la educación y la salud, ni de infraestructuras como el agua y el saneamiento.

La FAO estima que si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, el número de personas hambrientas en el mundo podría reducirse hasta en 150 millones (gracias a los aumentos de productividad).

Sin ir más lejos: los datos de Argentina

Según el último Censo Nacional Agropecuario (2018), de los 210.664 establecimientos productivos gestionados por personas (84.358.935 millones de hectáreas), sólo el 20 por ciento estaban dirigidos por mujeres. A su vez, el 52 por ciento de las productoras tenía entre 40 y 64 años de edad. El 31 por ciento pertenecían al rango etario de 65 y más años. Y sólo el 16 por ciento tenía menos de 39 años. En cuanto a la educación, apenas el 23 por ciento completó la escolaridad obligatoria.

La mayor cantidad de tierras en manos de mujeres sobresale —en porcentajes y en relación al total de establecimientos— en Tierra del Fuego (28 por ciento de los 118 establecimientos pertenecientes a individuos); Santiago del Estero (29 por ciento de 14.369 establecimientos); Jujuy (42 por ciento de la tenencia sobre 8226 fincas); Salta (28 por ciento sobre 7954 propiedades); Catamarca (23 por ciento sobre un total de 9706); Corrientes (25 por ciento sobre un total de 9792); Chubut (21 por ciento sobre un total de 2815 fincas) y Chaco (15 por ciento sobre un total de 10.705).

En la zona núcleo la brecha entre el total y el porcentaje que pertenece a mujeres es más amplio. En Buenos Aires, de los 25.433 establecimientos que pertenecen a individuos solo 5280 (21 por ciento) están gestionados por mujeres. En Santa Fe, de las 15.054 fincas pertenecientes a personas físicas, sólo 2516 (el 17 por ciento) son de agricultoras. En Córdoba ese porcentaje desciende al 14 por ciento (2270) sobre un total de 5774 empresas. 

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