Por Nicolas Pousthomis / Subcoop
«Ser vegetariano o vegetariana en Argentina es como ser ateo en el Vaticano», es una de esa frases que se pueden escuchar en cada asado, ritual infaltable del país de la «mejor carne del mundo». Pero comer es un acto íntimo, aunque cargado de sentido cultural, social y político. Así, los veganos y las veganas enmarcan su alimentación en todo un sistema de valores donde predomina el sentido político.
La práctica de un vegetarianismo estricto, también llamado veganismo, implica no consumir ningún producto derivado de la explotación de los animales: ni miel, ni cuero, ni cosméticos testeados en animales, entre otros. Resulta un cuestionamiento a varios postulados de la sociedad capitalista y propone un cambio directo e inmediato desde la acción para remediarlos.
La dieta vegetariana, el reciclado de objetos y alimentos, «gratiferias» para la circulación desinteresada de bienes, uso disminuido de transportes contaminantes o la okupación de viviendas vacías son algunos ejemplos de acciones llevadas a cabo por les practicantes del veganismo y freeganismo como propuesta de cambio desde la práctica cotidiana.
Este ensayo reúne diferentes prácticas del veganismo en Argentina. Desde la comunidad freegana que intenta reciclar o recuperar alimentos hasta chefs que desarrollan nuevas formas de alimentación en base a plantas con ingredientes biodinámicos. El trabajo fotográfico intenta dar cuenta de una porción de la comunidad que practica el veganismo, comunidad que es cada vez más amplia y acoge más participantes.
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Fotos: Nicolas Pousthomis / Subcoop