Está anocheciendo y él bajo el alero de su casa. Su pluma, probablemente una birome, se enreda a cada paso con la fantasía. Pero su cuaderno está apoyado en una mesa que se llama realidad. Ante su vista está el mundo, que puede ver incluso con poca luz, como si fuese el escenario de un teatro, con telones que señalan la distancia entre lo próximo y lo remoto. El más cercano incluye familia, pueblo y calma. El segundo es más vasto y poblado, incluye el monte y sus redes de vida, los seres tutelares y el misterio, pero también las topadoras y su amenaza sobre la vida campesina.
Más difícil de describir es el telón de la consciencia y los derechos, que se resume en la palabra resistencia. En este escenario ha nacido la poesía de Diego Almaraz, en la que veremos la libertad de expresión (que antes se llamaba verso libre), el ritmo del relato y la intuición del compositor. En su poética se intercalan (o entremezclan) el mundo onírico con la filosofía y la vida cotidiana, las pruebas del día que, además de pesares, contienen alegría y esperanza.
Estos versos silvestres, espontáneos y comprometidos revelan no solo sensibilidad sino también a una generación que se atreve al desafío de enfrentar un nuevo tiempo.
Danza en el cenit
El encuentro tuvo tientes de fortuito
como una campanada al borde del knock out
volando en alas de algún escape.
Una sonrisa al borde de un abismo
llenando cualquier vacío
descubriendo cada capa
como el de una mamushka
nos quedamos con la versión
a cara lavada
cuando no quedan rastros de maquillajes
cerrar cada ventana
abrir alguna, descubrir su presencia
que te hace el amor.
Danzamos en el cenit de un vendaval
creyendo que era el inicio
de un simple ventarrón
y nos emborrachamos del iris
del iris de nuestros ojos
tan pendientes del momento
que no importó lo que pasaba en rededor.
Fuimos dos lobos sueltos
saludando a la luna en sincronía
sin pensar en ocasos, renacimientos,
despedidas, ni agonías
mientras bailábamos, sin saberlo
en el ojo del huracán.
***
Usurpación
Los notables, en un céntrico café diagraman el futuro
a miles de kilómetros, de una tierra lejana
que solo conocen por imágenes satelitales
o del registro de la propiedad.
Prestos llegan, silenciosos
como una horda de guerreros mercenarios
bandidos gregarios, cazadores de fortunas
caen en malón, sin decoro
acusando de usurpadores, a los nativos
obligan a emigrar de la remota tierra lejana
que era para ellos, este terruño,
inmenso para el campesino, sin mapa para el centralismo.
Los llaman forastero, los apátridas,
cuya única patria es el negocio
en el afán de vivir el día a día
las circunstancias obligan a enfrentar
al agronegocio y su poder.
Estacionan sin permiso,
el portazo de una oscura 4x4 al cerrarse
es su carta de presentación
los apellidos, las profesiones, los trajes
de repente adquieren poderes
la corbata brinda seguridad y poder
el smoking garantiza clase, imponen respeto
el uniforme azul busca intimidar
el rostro adusto del administrador,
la mirada analítica y fría del patrón
la mirada vacilante del funcionario
la mirada capciosa y concentrada del fiscal.
Exhiben un plano y un título registral
pisan por primera vez el territorio
y aseguran tener dueños
desconocen picadas, linderos
nunca caminaron en el monte,
no conocen ni límites, ni deslindes.
Promesas de progreso
al aceptar sus reglas
es un camino sin regreso
si no hay entendimientos
mediante “el buen diálogo”
echan a andar los engranajes del poder.
Sentencias de jueces parciales
circunscriptos a reglas
de propiedad privada de occidente
poder judicial comprovinciano
“sensibilizados” por un extraño
que busca acaparar, aún más
la fuerza pública, para presionar
bandas civiles para amedrentar,
dividir al pueblo para reinar.
Bastones, escudos, canes
habilitados por una orden judicial
parecen guerreros medievales
pensar que a don José,
ni la denuncia le receptan.
Reza la sentencia:
“Tienen 48 horas para desalojar”
con amargura una voz se alza:
“¿Cómo que la tierra es suya?
nosotros no se la vendimos,
como si fuera posible vender cada planta,
cada animal de la fauna,
como si se pudiera cuantificar en dinero
la historia y el futuro de generaciones
prácticas, formas de vida, cultura ancestral
es patrimonio universal”.
El oficial replica:
“Ustedes perdieron, ya no tienen nada que hacer
desde ahora son intrusos, márchense,
el que se resiste va preso,
ellos tienen plano e imágenes satelitales,
constataciones de escribanos y del juez
son los dueños, ¿tanto cuesta entender?”.
Con orgullo otra voz contesta:
“Planos y fotos satelitales
no captan cosmovisiones
ni heterogeneidad
es solo una sentencia parcial…
del ámbito penal”.
En la escuela no nos enseñaron
de las pirámides sociales, de los linajes
ni de la importancia del color de ojos,
de marcas de ropa, de estilos, de glamour.
“La voracidad y codicia desconoce
de leyes ambientales y de humanidad.
No seremos subalternos de nuestros usurpadores
vivimos desde hace varias generaciones,
esa es nuestra mejor documentación,
si nos quieren detener, aquí estamos
será por nuestra causa
por defender esta gran casa
solo observen está sombra de wiñaj
que nos está resguardando
si nos rendimos, mañana este monte
será solo añoranzas…”
Traspasa el monte este clamor,
son los sobrevivientes
de originarios invisibilizados
renacen héroes olvidados
el grito subversivo de los oprimidos
los destapan del olvido…
Y así, la lucha desigual,
continuará…
*El libro de Diego Almaraz se puede adquirir en editorial Tinta Libre.