Por Silvia Oliviero Ghietto*
El sector conocido como el Polígono de Spegazzini, ubicado del otro lado de la Autopista Ezeiza–Cañuelas (en el sur del conurbano bonaerense) fue noticia en todo el país. Una explosión, en la noche del 14 de noviembre, y el incendio posterior en el lugar donde operan unas 25 empresas de acopio y abastecimiento de materiales y productos químicos se vio en vivo por todos los canales de noticias.
Debajo de una densa columna de humo, en un predio abierto de 130 hectáreas sin perímetros, estaban varias de las empresas instaladas en ese polígono industrial: Logischem S.A, Plásticos Lago, Aditivos Alimentarios "El Bahiense", Iron Mountain, Larocca Minería, Flamia, Almacén de Frío y Parnor S.A. Otras de las compañías que funcionan dentro del predio, pero no sufrieron daños fueron Sinteplast, Marblock, Vesprini, Bull-Vial, Distri Ahorro y Pinturerías Proxecto.
De acuerdo con las pericias iniciales, en la investigación que lleva adelante la titular de la Unidad Fiscal de Investigación (UFI) 1 de Ezeiza, Florencia Belloc, el fuego se inició en la empresa Logischem S.A, dedicada al almacenamiento y distribución de productos químicos. Los trabajadores volvían del descanso cuando vieron una luz amarilla en el fondo, seguido por varias explosiones.

Según detalló Pablo Celabe, presidente y responsable de Logischem, la empresa contaba con varios depósitos en el predio. Dos de estos espacios destinados al almacenamiento de materiales y productos químicos como hidrosulfito de sodio, aluminio en polvo, bromuro de metilo, fósforo sólido, cianuro, tambores contenedores de 200 litros y garrafas de 200 gramos de gas butano, productos farmacéuticos. Más de 20 dotaciones de bomberos intervinieron aquella noche y extinguir el incendio llevó varios días.
La explosión generó una onda expansiva muy amplia que dejó daños en hogares, en los que se rompieron vidrios y techos, incluso a varios kilómetros de distancia. Se reportaron, según el Ministerio de Salud bonaerense, 15 personas con heridas leves por situaciones domésticas producto de la onda expansiva (cortes y lesiones menores). También se ingresó en los centros de salud cercanos a una persona con un infarto y una mujer embarazada con sistemas respiratorios. En el lugar del incendio se registraron 24 heridos, de los cuales ocho debieron ser trasladados a hospitales locales y, posteriormente, fueron dados de alta.
Un antecedente en el aire y los mecanismos de prevención
Lo ocurrido en Ezeiza no resulta un episodio menor. La contaminación del aire es un riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muerte y enfermedades en todo el mundo. El 92 por ciento de la población está expuesta a un aire con niveles peligrosos de contaminación, un problema que causa 7 millones de muertes prematuras cada año, además, es responsable de una gran cantidad de casos de discapacidad entre las personas que sufren estas enfermedades, según la Organización Mundial de Salud (OMS).
También afecta significativamente los ecosistemas, la biodiversidad, la calidad de los suelos y los cultivos, las fuentes de provisión de agua de consumo, aumenta la corrosión de los materiales, provoca la acidificación de ecosistemas lacustres delicados y contribuyen al cambio climático.
En agosto del 2000, con una diferencia de 8 días, se produjeron dos escapes de gases altamente tóxicos, cloro y amoníaco, en el polo petroquímico de Ingeniero White, Bahía Blanca. Esto marcó un quiebre en la relación entre las personas que habitan en las proximidades de un predio industrial y la convivencia con el riesgo a la salud y al ambiente, generalmente las familias de los trabajadores y comunidades de alta vulnerabilidad social y económica.

Luego de estos incidentes, las autoridades gubernamentales reformaron y desarrollaron nuevos mecanismos de seguridad como la capacitación e implementación del “Proceso de Concientización y Preparación para Emergencias a Nivel Local” (Apell) del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que tiene como objetivo crear una comunidad cohesionada y resiliente frente a riesgos tecnológicos (especialmente cuando hay involucrados productos químicos) y las emergencias ambientales, mediante la concienciación y el acuerdo coordinado entre la industria, el gobierno y la comunidad local, en caso de que eventos inesperados pongan en peligro la vida, bienes materiales y el ambiente.
Para el caso del Polígono de Spegazzini, está la Normativa sobre Habilitación y Funcionamiento de las Industrias, Límites de Emisiones de Sustancias Contaminantes y Calidad de Aire, cuya aplicación está coordinada por el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Salud y la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) dado que el lugar del incidente se ubica dentro de la cuenca.
Las acciones de planificación para la prevención y actuación ante la emergencia que involucre Productos Químicos Peligrosos deben tomar en consideración de manera prioritaria lo siguiente:
- El Principio Precautorio establecido como “Principio 15” en la Declaración Política de la Conferencia sobre Medio Ambiente de Río 92 y adoptado por la Ley General del Ambiente (25675) que expresa que “cuando una actividad representa una amenaza o un daño para la salud humana o el ambiente, hay que tomar medidas de precaución incluso cuando la relación causa-efecto no haya podido demostrarse científicamente de forma concluyente”
- El Derecho a la Información de la Comunidad basado en la mejor ciencia disponible establecido en el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, conocido como Acuerdo de Escazú (Ley 27.566) y el Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental (Ley 25.831).
Frente a lo ocurrido en Ezeiza observamos en el debate público una disociación entre los discursos gubernamentales, de la comunidad y de la ciencia consolidada en materia de química y salud ambiental, que se aleja de la posibilidad de garantizar el cuidado y protección de la población, sobre todo si esta es vulnerable por las condiciones socioeconómicas y la cercanía a predios industriales, y de los ecosistemas y bienes naturales, que es responsabilidad ineludible de las administraciones gubernamentales.

La respuesta oficial y las voces de la comunidad
La cartera de Salud bonaerense activó el “código rojo” en clínicas y hospitales de la región para que reciban a las personas afectadas. Además, la línea de atención a la comunidad del Centro Provincial de Toxicología recibió 45 llamados vinculados al incidente. Todos correspondieron a consultas de orientación, sin requerir derivación al sistema de salud.
En las primeras horas, se recomendó a las y los vecinos de Ezeiza, y zonas aledañas, que permanezcan dentro de sus hogares, manteniendo puertas y ventanas cerradas por la posible toxicidad del humo. “Permanecer dentro de los hogares, manteniendo puertas y ventanas cerradas, apagar aires acondicionados y ventiladores que tomen aire del exterior y evitar circular por la zona afectada y no acercarse para tomar fotos o videos”, fue el mensaje del Ministerio de Ambiente bonaerense aquella noche.
Por su parte, el director de Defensa Civil de Buenos Aires, Fabián García, confirmó aquella noche que "la primera empresa que hizo explosión es de logística química" e informó que las mediciones de calidad del aire realizadas en la zona no detectaron gases peligrosos: "Los valores registrados corresponden únicamente a material particulado". El "material particulado" es el indicador más representativo de la calidad del aire, debido a que es el contaminante con mayor capacidad de afectar a la salud humana, por esta razón es uno de los más usados en el mundo. Estas partículas pueden ser de diferentes tamaños, pero las más perjudiciales para el ser humano son las denominadas PM10 y PM 2,5.

El sábado, cuando el incendio continuaba activo, el ministro de Salud, Nicolás Kreplak, explicó que la combustión del incendio estaba compuesta por “partículas grandes, por lo que no cuentan con tanta toxicidad” y compartió los resultados del estudio del Ministerio de Ambiente provincial: “Concluimos en que no es una nube tóxica, es humo por elementos que fueron quemados, sobre todo caucho (pertenecientes al depósito de Minera La Roca). Tiene la particularidad de ser poco patogénico. Hemos tenido muy pocos casos denunciados en el Centro de Toxicología. La nube se va a terminar de disipar en el transcurso del día (sábado 15), no esperamos que sea perjudicial para la salud pública ni para el ambiente”.
De todas maneras, la recomendación oficial fue que las personas sensibles al humo —niños, adultos mayores o quienes padecen enfermedades respiratorias— eviten la exposición directa hasta que el material en suspensión se haya disipado completamente. “Debido a la explosión ocurrida en una fábrica de productos químicos en Ezeiza, recomendamos no salir de sus casas y mantener puertas y ventanas cerradas”, fue también la recomendación que emitieron los municipios del Conurbano como La Matanza, Esteban Echeverria y Ezeiza horas después del incendio.
Entre los vecinos de los barrios afectados, que hablaron ante los medios que cubrieron en cadena el hecho, la preocupación por la salud fue el denominador común: “Se vio un hongo negro y el fuego. Se veía todo rojo y se empezó a sentir un olor feo”, relató una vecina. Entre la columna de un humo negro y el fuerte olor a plástico quemado, los vecinos reportaron las horas que pasaron entre cenizas en suspensión y una neblina espesa que se extendía entre sus casas.
"Era una bomba de tiempo, cuando iban a sacar muestras se ponían toda una protección estilo buzo de la marina. Y todo eso se quemó, está todo en el aire. Y por eso yo no puedo creer que hayan dicho que no era tóxico, es una locura que hayan dicho eso a la población", alertó un ex empleado de Logischem S.A.
¿Qué dice la ciencia sobre los impactos a la salud de la población expuesta y al ambiente?
Los procesos de combustión son la principal fuente de los contaminantes atmosféricos como ser monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOx), óxidos de azufre (SOx), ozono (O3), contaminantes orgánicos volátiles (VOCs), hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), material particulado (PM2.5 y PM10), a lo que se suman los generados por las reacciones químicas en el ambiente y por otros compuestos químicos presentes en los materiales de combustión como cloruro de hidrogeno (ClH), sustancias cloradas aromáticas persistentes, ácido sulfúrico (SO4H2), ácido nítrico (NO3H) y ácido cianhídrico (CNH), entre otros.
Sabemos a través de los últimos trabajos científicos y de revisiones sistemáticas de datos que los contaminantes del aire son causantes importantes de muchas enfermedades no transmisibles, como el asma, los trastornos del desarrollo neurológico, los defectos de nacimiento en los niños; y en adultos: enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer.
Entre los efectos de salud inmediatos de la exposición a la contaminación atmosférica figuran la irritación de ojos, nariz y garganta; la dificultad respiratoria; la tos; y el empeoramiento de las enfermedades preexistentes, como los ataques de asma. La edad, las enfermedades preexistentes y otros factores de riesgo de enfermedad y las alergias a los contaminantes pueden afectar al tipo de reacción que una persona experimenta ante un agente contaminante.

Como marcamos anteriormente, el “material particulado” es el indicador más representativo de la calidad del aire, debido a que es el contaminante con mayor capacidad de afectar a la salud humana, y las partículas más perjudiciales para el ser humano son las denominadas PM10 y PM 2,5.
Las partículas PM10, entran a nuestras vías respiratorias y pueden llegar a instalarse en los pulmones, de forma que pueden generar graves enfermedades. Las partículas PM2,5 se consideran las más dañinas de todas: por su tamaño pueden ingresar en nuestro torrente sanguíneo y son capaces incluso de llegar al cerebro, de acuerdo con la investigación “Exposición a corto plazo a partículas (PM 10 y PM 2,5)”, publicada en 2020.
La exposición a la contaminación por partículas tiende a afectar en su mayoría a personas con enfermedades cardíacas o pulmonares, niños, niñas y adultos mayores.
Con el fin de ayudar a los países a lograr un aire más limpio y reducir el riesgo para la salud la OMS ha establecido una serie de valores guía para los principales contaminantes atmosféricos con las Directrices mundiales de la OMS sobre la calidad del aire, que países como Argentina han adoptado, como son niveles límites de exposición en su Normativa sobre Calidad de Aire.
En tanto, la Organización Mundial de Meteorología (OMM), el Pnuma y la OMS han desarrollado en forma conjunta Plataformas Interactivas de Calidad de Aire de Ciudades (IQAir) con los datos de mediciones reportados de Estaciones de Monitoreo Fijas y Satelitales que son de acceso público. Se basan en el Índice de Contaminación del Aire (ICA), que incorpora los valores guía de la OMS y se visualiza como una grilla de colores para permitir conocer si el aire que respiramos puede afectar la salud.
En los gráficos se pueden observan los registros de datos de ICA y PM2,5 obtenidos de la plataforma IQAir, correspondiente a la Estación de Monitoreo de La Matanza (ACUMAR), la más cercana al lugar del hecho, entre las 13 del 14 de noviembre hasta las 7 del 15 de noviembre. Durante el horario de ocurrencia del evento y horas posteriores las barras naranjas nos indican que la calidad de aire no era saludable para los grupos mas sensibles de la población (niños, niñas, bebes y adultos mayores) y el PM2.5 —de 141microgramos por metro cúbicos (µg/m3)— sobrepasaba ampliamente el valor de 15 µg/m3 establecidos por la OMS en 2021.


Cómo seguir después del humo
La proximidad de la población a los polos industriales es de un gran riesgo para su salud. En el caso de Ezeiza está determinada por una compleja realidad socioeconómica, que persiste desde hace décadas en región de la Cuenca Matanza Riachuelo y que fue reconocida por la Corte Suprema en el "fallo Mendoza".
La relocalización de establecimientos de alta peligrosidad debiera ser prioridad, pero en el mientras tanto, para minimizar, los impactos la población debiera participar de la planificación de los planes de emergencia y estar informada con la mejor ciencia disponible porque es su derecho.
De acuerdo con los antecedentes científicos y directrices de la OMS mencionados, la población expuesta durante el siniestro requiere tener un seguimiento de su estado de salud para verificar la posible existencia de los efectos sobre la salud descriptos, y conjuntamente un monitoreo del suelo, los ecosistemas cercanos y las fuentes de provisión de agua. En ambos casos deberán estar garantizados por el Estado provincial. En tiempos donde el negacionismo y el discurso anticientífico están intentando imponerse como “verdad” debemos anteponer el conocimiento y la sensibilidad humana para proteger la vida y el hogar que nos habita.
(*) Magister en Química y Ambiente. Docente en UNDAV y UTN. Ex Responsable de Ambiente del Centro de Contaminantes Orgánicos INTI y Ex Profesional Especializado de la Dirección de Salud y Educación Ambiental de ACUMAR.
**Edición: Nahuel Lag.
